HACE SESENTA Y SIETE AÑOS SE CRISTALIZÓ UN VIEJO SUEÑO,
SER DEPARTAMENTO
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Por: Nabonazar
Cogollo Ayala
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¿Sabían ustedes que cuando formábamos parte
del antiguo Departamento de Bolívar, sinuanos, sabaneros y sanjorginos en general
éramos menospreciados en Cartagena de Indias, donde nos llamaban “montañeros”? Este tratamiento injusto y
discriminatorio aún hasta hace unos años atrás prevalecía entre las gentes de
clase media y alta en Cartagena, hacia los hijos de la bella tierra cordobesa.
El Sinú –como entonces se hacía referencia a los valles del Sinú y el San
Jorge-, era la despensa alimenticia del resto del Departamento de Bolívar, que
antes del año de 1952 era tan extenso como la actual república de Nicaragua en
América Central.
La carretera que unía a la lejana capital
departamental con Lorica, San Pelayo, Cereté y Montería era una trocha infame
cuyo tránsito era peligroso y muy demorado. Unos viejos y destartalados buses
hacían el lento y penoso viaje entre estas ciudades y por llevar abundantes
aves de corral en la parrilla superior, los llamaban popularmente los “gallineros”. Desde principios del siglo
veinte los sinuanos habíamos acariciado la posibilidad de convertirnos en un
ente seccional aparte, con categoría de departamento, en el seno de la
hermandad colombiana. El general Rafael Reyes conoció las ricas y maravillosas
tierras del Sinú y el San Jorge, porque anduvo por acá a lomos de su mula
recorriendo los vastos territorios de la administración cartagenera. Las
potencias aliadas de la primera guerra mundial pusieron sus ojos en el valle
del Sinú como la más rica tierra ganadera, después de la pampa argentina, en
América del Sur. Por esa razón Inglaterra envió a que recorriera estas bellas
tierras a lomo de caballo a un aventurero de origen escocés llamado Roberto B.
Cunninghame Graham (1852 – 1936), quien
visitó uno a uno nuestros pueblos y ciudades de la época, dejando constancia de
sus opiniones en un extraordinario libro llamado Cartagena y las riberas del Sinú. ¿A qué venía acá “Don Roberto” –como entonces se le
llamara aquí-? Su misión era estimular la producción de carne vacuna a gran
escala, con el ánimo de exportarla hacia Europa y los Estados Unidos, a manera
de despensa cárnica, porque la guerra contra Alemania y sus aliados, necesitaba
de enormes cantidades de carne de primera calidad. Don Roberto visitó el Carmen
de Bolívar, Sincelejo, Cereté, Ciénaga de Oro, Montería, Sahagún, etc. Estas
tierras le parecieron hermosas y aptas para la producción ganadera, pero
aconsejó que se lograran los debidos cruces entre razas tanto lecheras como
productoras de carne, para lograr especies adaptadas al duro calor de estas
tierras. Efectivamente ese consejo se siguió y los ganaderos lograron razas como el Romosinuano, resistente a las altas
temperaturas de nuestro sol canicular. Posteriormente se trajeron otras del
extranjero como la Holstein, (lechera) y la Cebú (cárnica), entre otras. ¡El
Sinú y el San Jorge empezaban a resurgir!
El inspirador e incansable
batallador de la idea “Departamento de Córdoba”,
fue don Remberto Burgos Puche, político y abogado oriundo de Ciénaga de Oro,
quien había sido elegido en calidad de senador suplente hacia 1947 ante el
Congreso, pero en representación del
departamento de Bolívar. Este político radicó ante el Congreso el Proyecto Departamento de Entrerríos
(porque ese era el nombre que en un primer momento se pensó). ¡Quién dijo
miedo! Cuando los congresistas bolivarenses se enteraron de la iniciativa en
los primeros debates, se dieron fuertes y acaloradas discusiones en la
corporación…
-¿Cómo así que se quieren separar de
Cartagena? ¡El Sinú y el San Jorge son bolivarenses! Decía uno de ellos,
increpando con grandes aspavientos y manotadas al aire, al joven Remberto
Burgos Puche, quien se amilanaba un poco ante esos viejos dinosaurios de la
política colombiana…
-¡Puede ser! ¡Pero tenemos con qué
convertirnos en departamento! Somos una tierra rica, ganadera, productora de
alimentos a gran escala, de pesca, frutales y madera. ¡Cartagena nos tiene
muy abandonados!
-¡Pues la bancada bolivarense jamás lo
permitirá!
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REMBERTO BURGOS PUCHE |
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Y así fue. Los congresistas por Bolívar
dijeron que primero muertos antes que apoyar el desmembramiento de su
departamento, para formar uno nuevo con capital en Montería. Los apoyadores de la idea vieron cómo
se archivaba el proyecto, que parecía haber llegado a su fin. ¿Qué hacer entonces para no dejar morir la
iniciativa? El senador Gilberto Moreno –por el departamento de Antioquia- veía
con buenos ojos la idea y desde el primer momento la apoyó. Se reunió con los
congresistas antioqueños –que eran muchos más que los bolivarenses-, y logró
convencerlos de darles el apoyo a esos jóvenes políticos de la región del Sinú
y el San Jorge, porque quizás…
“Antioquia podría salir ganando algo
si se creaba el nuevo departamento”… La bancada antioqueña se
pronunció… “Apoyaremos la creación del
nuevo departamento y cuenten con nuestro voto, pero con una condición: ¡El
departamento llevará el nombre del héroe antioqueño José María Córdova y
Muñoz!”. Y así fue.
Se reelaboró el proyecto, se le cambió el nombre y
para la próxima legislatura (1950) se volvió a radicar. Esta vez volvió a
generar una polvareda, pero tuvo mejor suerte. La idea tuvo que ser aprobada
en dos debates, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes,
finalmente fue expedida la ley novena del 17 de diciembre de 1951… “Por
la cual se crea y organiza el
Departamento de Córdoba”. Los
congresistas bolivarenses se retiraron furiosos –
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GRAL. JOSÉ MARÍA CÓRDOBA Y MUÑOZ |
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algunos de ellos-, del
recinto del Congreso, hablando de injusticia, desmembración y campaña en contra
del Departamento de Bolívar. La ley debía entrar en vigencia seis meses después
de haber sido expedida, esto era, el 18 de junio de 1952, exactamente… ¡Día emblemático
del nuevo departamento de Córdoba! Ese
día era un miércoles. El presidente de la república (encargado por ausencia
temporal del titular) era el general conservador, Rafael Urdaneta Arbeláez. En
el avión presidencial el primer mandatario llegó a Montería junto con su
esposa, para la inauguración oficial del departamento número 16 de la República
de Colombia. Montería estaba vestida de fiesta, en las calles se repetía un
grito parrandero… ¡Viva Córdoba
departamento! ¡Que viva el departamento de Córdoba! ¡Nacemos a la libertad! El
poeta cereteano Rafael Grandett Valverde había escrito, al calor y la emoción
del momento, un himno para el departamento recién nacido, que posteriormente
había sido musicalizado por el compositor y maestro de banda Manuel Ángel
Dechamps Perea (oriundo de Pavarandocito – Chocó). La letra de este himno
recogió el sentir de alegría fiestera y todos esos gritos espontáneos del
pueblo monteriano, ante la creación del nuevo departamento…
¡Bandera cordobesa, despliégate
triunfal!
¡Las huestes de tu suelo, te aclaman sin
cesar!
Y la mujer sinuana, radiante y señorial
Te ciñe rico escudo, labrado en
libertad.
¿Y quién diseñó el escudo de
Córdoba? Desde el principio los antioqueños tuvieron mucho que ver en la
creación del departamento de Córdoba. El académico Abel Botero Arango fue uno
de los más entusiastas apoyadores de la idea. Cuenta Remberto Burgos Puche en
sus memorias, que en cierta oportunidad, haciendo una de las interminables
antesalas en Bogotá en pro de la idea Departamento de Córdoba, Abel Botero
Arango les hizo la siguiente pregunta, a Remberto y otros…
-¿Y cómo será el escudo del nuevo
departamento?
Nada le respondieron los
congresistas en medio de su creciente nerviosismo. ¿Cómo se podía hablar de
escudo de un departamento cuyo proyecto de creación estaba, en esos momentos,
más muerto que vivo? Abel Botero no se dejó amilanar por el silencio de sus
compañeros y dejó divagar su imaginación y al parecer dijo…
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-Campo de forma española, como los que
trajeron los conquistadores. Partido a la mitad. En el cuartel superior el
rostro serio y grave del general José María Córdova y Muñoz –como es apenas
normal-, el más joven de los héroes de nuestra independencia nacional. Y ¿Qué
colocaríamos en el cuartel inferior? ¡Qué más que el jaguar o tigre
americano! Símbolo chamánico de fuerza y poderío de los bravíos e ingeniosos
indígenas Zenúes, quienes lo adoraban como un dios. ¡Los sinuanos son tigres
de pura cepa!
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Así se hizo el primer boceto
del escudo. Cuando el departamento se creó, los creadores evocaron esta
anécdota y dibujaron aquella primera idea de escudo creada por Abel Botero
Arango, durante una antesala en el Hotel
Granada de Bogotá. Al parecer fue la Academia
Colombiana de Historia la que, revisando posteriormente el proyecto de
blasón para Córdoba, le introdujo la bordura con el tricolor colombiano y sobre
ella, la frase en latín tomada del escudo de la familia Córdova: OMNIA PER IPSO
FACTA SUNT (Como originalmente fue escrito). Posteriormente se cambió a la
manera como se encuentra escrito en el Evangelio
según San Juan: OMNIA PER IPSUM FACTA SUNT, versión La Vulgata de la Biblia. El tricolor cordobés también lo diseñó
Abel Botero Arango y es muy curioso anotar cómo dicha bandera reproduce los
colores y la disposición de la bandera antioqueña (blanco y verde). ¡La bandera
de la rebeldía había nacido!
Han pasado sesenta y siete años
desde entonces y no hay punto de comparación entre lo que era Córdoba antes de
1952 y lo que es en la actualidad. Nuestras carreteras están pavimentadas en su
mayoría, lo que antes eran pueblos paupérrimos, abandonados de la mano de Dios,
ahora son bellas y pujantes ciudades, con planes de desarrollo en marcha. En el
seno de la hermandad nacional, los cordobeses somos respetados –ya no
menospreciados-, como gente folclórica, trabajadora, madrugadora, dicharachera
y echada para adelante. ¡La tierra del porro y el fandango! ¡La orgullosa
tierra de la Mayo Varilla, nuestra heroína folclórica popular! Por eso
muchachos, cuando cantemos orgullosamente las estrofas del Himno de Córdoba, evoquemos todas esas luchas y sufrimientos de
nuestros padres por elevar a la categoría de departamento lo que antes era solo
una provincia rural bolivarense, productora de víveres para una alejada urbe
caribe que poco o nada se ocupaba de nosotros…
Tu grito Montería, de justa rebelión…
Fue el grito de arrebato que al prócer
esculpió
¡Paso de vencedores! ¡Armas a
discreción!
El Yopal Casanare, junio 2
de 2012.