SOL OMNIBUS LUCET

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martes, 5 de enero de 2021

RECORDANDO A RAÚL GÓMEZ JATTIN (Artículo)

 


RECORDANDO A RAÚL GÓMEZ JATTIN

Por:

Nabonazar Cogollo Ayala

 

De Cereté se ha dicho con toda justicia que es una tierra de poetas, de gramáticos, de jurisconsultos y de cultores de la lengua castellana… El más grande de nuestros poetas locales es sin lugar a dudas Raúl Gómez Jattin, hijo del abogado y pedagogo Joaquín Pablo Gómez Reyniero y de Lola Jattin Safar.  Nuestro Raúl nació en la ciudad de Cartagena de Indias el 31 de mayo de 1945, el mismo año en que en el Viejo Mundo culminaba la II Guerra Mundial. Su infancia y adolescencia trascurrieron en el Cereté de antaño, junto a su hermano mayor Rubén y a unos amorosos padres que se esforzaron en prodigar a sus hijos una educación esmerada. Se levantó en un medio académicamente cultivado, lo cual lo llevó a afirmar en cierta entrevista que concediera a un medio de comunicación capitalino, lo siguiente…

 

No había (en mi casa) el inmancable automóvil. Pero libros sí, todos los que quisiera…

 

Espíritu profundamente sensible, cautivado desde su más temprana niñez por la literatura y el culto de los clásicos, por parte de su padre, con quien al parecer leyeron juntos numerosas obras que contribuyeron a forjar y templar su naciente alma de artista de la palabra. Cursó en la Universidad Externado de Colombia la carrera de abogado, cuyas materias finalizó exitosamente sin llegar a graduarse. Se dedicó en principio al teatro del que posteriormente se alejó porque el mismo se politizaría en Colombia lo que implicaría el abandono de Aristófanes, Sófocles y demás autores griegos clásicos, tan del gusto de nuestro celebrado poeta.

 

A partir de 1981 se dio a conocer en Colombia como poeta con una propuesta profundamente simbolista, anti vanguardista e iconoclasta en algunos aspectos temáticos. Cultivador exquisito del verso en su forma y expresión más puras. No era un gramático de la lengua, era más bien un artífice de la palabra y las palabras eran su medio de expresión, no más que eso. No reparaba en su naturaleza gramatical. Las empleaba como medios de expresión de su propia vida. Leer la poesía de Gómez Jattin es acceder a su vida íntima, personal y familiar, porque toda ella de cuerpo entero aparece ahí, palpitante y llena de vida. Por ello también se le ha llamado vitalista. Su vida dimana de sus poemas desde lo que leía, hasta lo que vivía con sus familiares (Retratos) y lo que posteriormente fue su terrible viacrucis en varias clínicas psiquiátricas dentro y fuera de Colombia (en La Habana, Cuba, exactamente).

 

DE LO QUE SOY

 

En este cuerpo

En el cual la vida anochece

Vivo yo.

Vientre blando y cabeza calva,

Pocos dientes y yo adentro…

Como un condenado

Estoy adentro y estoy enamorado

Y estoy viejo.

 

Descifro mi dolor con la poesía

Y el resultado es especialmente doloroso…

Voces que anuncian: ahí vienen tus angustias,

Voces quebradas ya pasaron tus días

La poesía es la única compañera

Acostúmbrate a esos cuchillos

Es la única.

 

En nuestro Cereté pasó por ser un orate más al que pocas personas entendieron mientras vivió en nuestra canicular cotidianidad Caribe. Es una verdadera pena que doña María Cardozo ya haya muerto (q.e.p.d.) llevándose a la tumba una parte significativa de lo que fue la vida de Raúl en los tempranos años de su mocedad, como quiera que ella contribuyó a su crianza y formación en su casa de la calle Cartagenita de esta ciudad, junto a la amorosa Niña Lola. Al ya desaparecido diario LA PRENSA él dijo alguna vez entre los apartes de una entrevista, lo siguiente…

 

(En Cereté) dicen que yo soy un loco. Pero lo cierto es que el único cuerdo allá soy yo…

 

¿Un poeta loco que en medio de su locura juzgaba locos a los demás y se ponía él mismo a salvo de toda sospecha? Podría pensarse tal cosa en primera instancia. Pero ¿hasta qué punto entendimos realmente al mayor poeta de nuestra historia contemporánea? Era un hombre con una mentalidad cosmopolita a toda prueba que hacía sonreír ingenuamente y de soslayo a todo aquel que se veía enajenado de acceder al súmmum de su delicada poesía, de sus más refinadas elucubraciones intelectuales. Dejémoslo que sea él mismo quien hable…

 

EL DIOS QUE ADORA

 

Soy un dios en mi pueblo y en mi valle

No porque me adoren sino porque yo lo hago,

Porque me inclino ante quien me regala

Unas granadillas o una sonrisa de su heredad

 

O porque voy donde sus habitantes recios

A mendigar una moneda o una camisa y me la dan

Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán

Y lo nombro en mis versos

Porque soy solo…

(…)

 

Este era nuestro Raúl Gómez Jattin. Alguien que desperdigaba poesía, convirtiendo en oportunidad de poiesis el terrible drama de su trastorno mental, de su vivir errante y andariego, de su no tener qué comer y de su esclavitud de los alucinógenos. Hoy en día lo recordamos con una mezcla de nostalgia y agridulce sentimiento de culpa... ¿Qué hicimos por él mientras lo tuvimos entre nosotros? Hoy en día un centro cultural en Cereté lleva su nombre y en Cartagena un parque reproduce algunos de sus versos. Parque al que han dado en llamar El Parque del Poeta. Me resulta inevitable experimentar un estremecimiento del alma cuando releo algunos de sus poemas mejor logrados. No por los textos de los poemas en sí, sino por la vida desgarrada y sufriente que palpita y se siente transpirar al través de ellos.

 

El poeta antioqueño Juan Manuel Roca se ha autoproclamado el mejor poeta de Colombia en el siglo XX. Según algunos de sus epígonos la obra de nuestro Gómez Jattin palidece al lado de la obra lírica del ex director del Magazín Dominical de EL ESPECTADOR. Respetable postura, tanto más respetable cuanto más valida, pero ampliamente discutible. La lírica del poeta Roca es bien lograda desde el punto de vista de la forma, pero hueca, plana y vacía desde el fondo, es una valoración personal de su poesía. ¿Involucramiento emocional, acaso dirán algunos, con la obra poética de un autor concreto, Gómez Jattin en este caso? Puede ser, pero resulta innegable que cuando la obra lírica ha sido creada al socaire de la propia vida esta cobra una inusitada vida que otro género de creaciones no posee. Leamos algo de Juan Manuel Roca…

 

PAISAJES

Sentados en la yerba,
Mientras cruzaban
Mujeres con canastas de fruta,
Dos ciegos
Hablaban del paisaje del olor.
¡Ah, la sombra de un pájaro
en sus rostros!

 

Este poeta se nutre de su natal Medellín. Nuestro Raúl Gómez del Cereté de sus años de infancia, adolescencia y juventud. Muy válido ello, como es apenas natural. Pero… ¿Cómo se puede juzgar y valorar como “mejor” una creación literaria y su correspondiente contexto vital, que otra? Ciertamente estaríamos entonces ante una mayúscula falacia: La de juzgar lo propio como la creación de las creaciones, nacida en una cultura que sería por ello mismo superior que otra. Todo se reduce entonces a esto: juicios de valor. Tanto más falaces cuanto más sesgados respecto de la realidad que pretenden interpretar. dada propuesta poética es válida en sus coordenadas de tiempo y espacio, pero ello no la convierte por sí misma en un arquetipo a seguir a nivel universal. Para esto es preciso elaborar una propuesta estética-verbal con caracteres ecuménicos. Y habría que hurgar con lupa en la poética de Gómez Jattin en pro de esas perlas estético-verbales que rebasen el tiempo y la distancia. 

 

Dejemos a Juan Manuel Roca y retornemos a nuestro Raúl Gómez Jattin. Gómez Jattin ha sido el poeta, el autor por antonomasia y el dios inspirador de toda una generación, la que he dado en llamar: La Generación del Bicentenario. La de aquellos que nacieron entre 1950 y el año 2000. En el interregno de un milenio que agonizaba y una nueva década, preludiada desde los dorados años setentas en series televisivas que nos obnubilaron cuando niños y a las cuales después repudiamos, por ser recalcitrantemente norteamericanizantes y por pretender enajenar nuestros nacientes intelectos (La Mujer Maravilla, El Hombre Nuclear, Superman, etc.) a favor de una desdibujada idea de la propia realidad, diseñada por los yanquis. Gómez Jattin nos enseñó a no temerle a la jerarquía eclesiástica, a la rígida moral de nuestros padres y abuelos y a conquistar una idea de cosmos que se nutría de la vieja Grecia clásica, tanto más esteta cuanto más elaborada y universal…


Si él estuviera vivo hoy 31 de mayo de 2011 estaría cumpliendo sesenta y seis años. ¿Él quiso marcharse por su propia mano aquel fatídico 22 de mayo de 1997, en que lo arrolló un bus urbano en su natal Cartagena? Jamás lo sabremos con exactitud. Quise rendirle un vívido y sentido homenaje el día de su nacimiento, no el día de su muerte, porque Raúl Gómez Jattin es nuestro dios inspirador, nuestro espíritu, nuestro norte y nuestro guía. Y no es cierto que aquí no lo hayamos tenido en alta estima. Vive y vivirá siempre en nosotros, en los poetas, escritores, filósofos, periodistas y artistas y pensadores de la Generación del Bicentenario, junto a Platón, a William Blake, a Sófocles, a Rimbaud, a Shakespeare, a Scherezada y a todos los mil y un hechizos y maravillas que arrobaron su alma de niño a los seis años cuando su padre lo descubriera debajo de la cama leyendo un tomo de la Mil y Una Noches.

Para concluir nada mejor que uno de sus mejores y más desgarradores versos…

 

Los recuerdo con un sollozo a punto de estallar

En mi loca garganta…

 

Raúl Gómez Jattin… Morirás el día en que muera el último cereteano y el último simbolista en Colombia y fuera de ella. El día que muramos aquellos para quienes tú eres una excusa y un sólido punto de partida para acometer grandes y arriesgadas aventuras de estética creadora, nutridos con la vivificante savia de la Grecia clásica.

Mayo 31 de 2011. El Yopal - Casanare

nacoayala@gmail.com

 



1 comentario:

  1. A la ronda del sinú una tarde, mi hermano mayor a su hija de 7 años a comer helado, la niña ve un loco que viene, corre a las piernas gritando viene el loco. EL loco pasa y pasa frente y repite "Todos estamos locos, unos más que otro" Hermano que lección me dió ese loco.
    En clase de Psiquiatría el profesor Haydar nos decía "Si encuentran una persona normal, traiganmela para tratarla"
    Hay opiniones sobre "La locura es un grado superior de cordura"
    La sociedad no ha defendido sus locos.

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