EL CAÑO BUGRE EN EL
VAIVÉN DE LA HISTORIA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
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El
Caño Bugre a cuyas
orillas se levanta quieta y apacible la señorial Cereté, hoy parece hallarse
próximo a la muerte. El Gobierno Nacional recientemente ha prometido adelantar
acciones de apoyo local para la recuperación de este hijo emancipado del gran
río de los Zenúes[1]. El Caño Bugre está lleno de historias, intrigas,
leyendas y embrujos, por lo que no es arriesgado afirmar que buena parte del
fluir de los tiempos locales se ha entretejido en el eterno vaivén de su historia,
entre sus crecientes y sequías, al amparo de sus rubias aguas, otrora
espejeantes bajo el melancólico beso de zafiro del cielo encantado del valle
del Sinú. Escarbemos un poco en la cantera empolvada de la historia, cuya
memoria proverbial jamás se olvida para
indagar en torno al Caño Bugre, su
ayer y su hoy, como una forma de decirle a las nuevas generaciones que la
ciudad de Cereté nació al socaire del Caño
Bugre, nunca dejemos que muera su vital esencia.
§ 1. ETIMOLOGÍA DIACRÓNICA DE LOS VOCABLOS CERETÉ Y BUGRE
¿Qué podrán significar los vocablos de
origen zenú: Cereté y Bugre? La lengua amerindia de la etnia
Zenú se encuentra hoy completamente extinguida, por cuanto ninguno de los
actuales cabildos de sinu – descendientes
la hablan. Perviven unos cuantos nombres locales de gran sonoridad como por ejemplo: Cereté, Mocarí, Chinú, Chuchurubí y Turipaná, para mencionar únicamente cinco casos en las
inmediaciones de nuestra área de estudio. El antropólogo Benjamín Puche
Villadiego afirma que los antiguos
zenúes otorgaban nombres formados por palabras agudas, cuando se trataba de
nominar posición social o jerarquía[2].
Según esto tendríamos que el topónimo Cereté
estaría asociado con el nombre de un cacique indígena, en lo cual coinciden las
tradiciones que nos han llegado. A los niños en las escuelas primarias de
Cereté se les ha referido durante muchas décadas la conocida leyenda según la
cual existió en tiempos precolombinos en la zona del actual municipio, un
cacique de gran valor y coraje cuyo nombre era Té. Este cacique afirmaba
ser muy poderoso hasta el punto de no temerle a las tropas y armas de fuego de
los temibles conquistadores españoles. El cacique Té solía decirle a sus hombres, armados con flechas
emponzoñadas: ¡En el combate, pierda o
gane, siempre seré Té! Con esta ingenua narración se explicaba a los
pequeñuelos de las escuelas primarias qué podría significar el nombre del municipio.
Más que el significado del topónimo, dicha leyenda intentaba explicar el origen
de la conformación morfológica del mismo. Acerca del Caño Bugre, alguna vez hacia 1976 el profesor Víctor Rivas López en
el desaparecido Colegio San Luis Gonzaga
de don Francisco de Paula Gómez en el barrio Venus de Cereté, nos decía a los
estudiantes de tercero de primaria lo siguiente: Durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla[3],
el caño Bugre casi desaparece. Como él venía con frecuencia a Cereté, invitado
por el gobernador don Miguel García Sánchez, al presidente le pareció que el
caño no servía para mucho porque se estaba secando y que más bien debía ordenar
que se terraplenara completamente. Pero el gobernador García Sánchez le dijo
que no fuera a hacer eso, porque había muchos campesinos que a lo largo del
cauce del caño Bugre se abastecían de agua y peces, sobre todo en las veredas
ribereñas. Que por favor no lo fuera a terraplenar. Y fue así como el caño se
salvó. Revisando memorias y documentos de la administración García Sánchez
en Córdoba[4],
no aparece mención alguna sobre dicha intención de parte del entonces Jefe de
Estado. Y no aparece porque la misma expresa más bien la intencionalidad que la
acción realizada que se pudiera incluir entre los hechos y realizaciones.
Consideramos que la noticia histórica, por demás de anecdótica aportada en 1976
por el profesor Víctor Rivas es verídica y valiosa por lo cual la incluimos
aquí. El tradicional periódico estudiantil del Colegio Diocesano Pablo VI en Cereté, lleva desde la década de los
ochentas el orgulloso nombre El Bugre,
como una forma telúrica de aludir al caudal noticioso y cultural que se
estilaba en sus páginas, en estrecha simbiosis alegórica con el pequeño caño
local. Los conquistadores españoles hicieron sus primeras incursiones en la
cuenca del valle del Sinú hacia 1520 aproximadamente. No se tienen noticias que
Alonso de Heredia hubiese llegado con sus hombres al actual emplazamiento
geográfico de Cereté, los cronistas coinciden en mencionar que llegó hasta
Ayapel[5].
Lo que es innegable es que sí incursionaron en estas tierras otras huestes
peninsulares enviadas por Pedro de Heredia y es probable que antes de él,
hubiesen llegado otras expediciones siguiendo órdenes del gobernador de Panamá
y la región del Darién, el segoviano Pedro Arias Dávila (1440 - 1531), más
conocido como Pedrarias, quien fundó la
Ciudad de Panamá en 1519 y gobernó dicha Provincia hasta su muerte. El
bachiller Martín Fernández de Enciso refiere en su tratado Summa de Geografía, publicado en Sevilla (España) en 1519, el
conocido incidente del Requerimiento
que él y sus hombres le hicieran, de parte del Rey de Castilla a dos caciques destos (sic) del Cenú (para
que) fuesen del Rey de Castilla…[6].
Dichos caciques le respondieron en términos de gran altanería y
autodeterminación, hasta el punto de la amenaza y la agresión… Dixeron que ellos eran señores de su tierra,
y que no habían menester otro señor (…) Y respondiéronme que ellos me pornían
primero la cabeza en un palo; y trabajaron por lo facer pero no pudieron…[7]
El historiador cartagenero Nicolás del Castillo Mathieu presume que el sitio
donde tales hechos se dieron debió haber sido en inmediaciones del golfo de
Morrosquillo, entre los actuales departamentos de Córdoba y Sucre[8].
De otra parte el educador e historiador de origen francés Jaime Exbrayat Boncompain
narra a principios del siglo XX que al sitio donde reinaba el cacique Cereté, llegaría cierto oficial español
de baja graduación llamado Juan Velásquez de Santa Cruz quien habría venido con
los hombres que acompañaban al bachiller Martín Fernández de Enciso[9].
Dicho oficial fue apresado por los bravíos indígenas zenúes, quienes lo
encerraron en una jaula con el objetivo de engordarlo para comérselo[10].
Velásquez de Santa Cruz al paso del
tiempo logró ganarse la confianza y simpatía de sus captores quienes lo
liberaron y acabaron aceptándolo como uno de los suyos. Muerto el cacique Cereté, el español se casaría con Tay la Cacica-Madre heredera del señorío local a título de matriarcado; y se
convertiría en el poderoso cacique Tofeme.
Este carismático cacique llegó a ser tan amado por su pueblo que a su muerte lo
convirtieron en dios y en su honor le elevaron un túmulo funerario o mogote, al que se ha llamado cerro de Tofeme en inmediaciones de los
actuales municipios de Chimá y San Andrés de Sotavento[11].
Es de notar cómo en los nombres de caciques zenúes se repite de manera
reiterativa el morfema TO, veamos
unos ejemplos: Cacique Tofeme (Cereté), Cacica Tota (Chinú), Cacica Totó
(Chinú), Cacique Tetón (Córdoba[12]),
Cacique Tolú (Tolú); entre los principales. ¿Qué podrá significar entonces el
topónimo Cereté? En 1986 el sociólogo
barranquillero Orlando Fals Borda publicó una primera interpretación
etimológica amerindia en su conocido libro Retorno
a la Tierra, tomo IV de la obra Historia
Doble de la Costa. Dice Fals
Borda lo siguiente:
En poco tiempo se atraviesa ésta (la Ciénaga Grande) y nos
aproximamos a otro antiguo pueblo de indios: Cereté (de chere, pescado; y te,
tambo, en lengua catía emparentada con la zenú)[13].
Es el portal del sinú medio, sitio de importantes luchas…[14].
Abundan a nivel local los sinuanismos en el idioma español hablado
en Córdoba, Bolívar y Sucre. Uno de ellos es el vocablo Chera>
pez chico, generalmente de poco tiempo de nacido. Otro vocablo de la misma raíz es Charúa>
pez grande, alargado de boca grande y prominente y cuerpo provisto de escamas
amarillentas. Los indígenas
zenúes llamaban a cierta ave Cheruna,
porque se alimentaba preferentemente con peces pequeños. Según la hipótesis de Fals Borda, el morfema prefijal Chere se transformaría por aféresis en Cere. Y el sufijo Té sería aféresis de Tambo>
elevación artificial de tierra, que se mantiene resguardada de las inundaciones
periódicas de ríos y caños, en el área zenú y zona circundante. Todo el vocablo vendría entonces a
significar algo así como: Lugar o sitio
(tambo) donde (abundan los) peces y/o sus crías[15].
Esta hipótesis no concuerda con la tradicional leyenda local del Cacique Té, a la cual deliberadamente
ignora. Si el topónimo Cereté es de
origen Catío según lo establece Fals
Borda, tenemos que concluir que el mismo forma parte de la Familia Lingüística Karib por cuanto la Lengua Embera – Catía[16],
que aún existe, se ha clasificado como perteneciente a esta última[17].
La lengua Zenú ha ofrecido enormes dificultades para clasificar su tronco
lingüístico con algún nivel de certeza, ante el hecho ineludible de ser una
lengua sin hablantes en la actualidad. Hay autores que la clasifican como
perteneciente a la Macrofamilia Chibcha,
emparentada entonces con las lenguas: Tairona, Kuna, Kweba y demás de la cuenca
del río Cauca entre Córdoba y Antioquia[18].
Lo que sí es cierto es que en el Imperio
Zenú se dio una comunidad lingüística aborigen, con una lengua base, la
Zenú, enriquecida con elementos embera-catíos, tupi-guaraníes (amazónicos),
chimila-malibúes, quechuas o quichuas y aun pervivieron vocablos mesoamericanos
de origen tolteca o azteca y del área antillana o taína. No concordamos con la
explicación etimológica de Orlando Fals Borda porque deja de lado importantes
elementos de juicio locales de valor insoslayable. Consideramos además que se desnaturaliza
morfológicamente el topónimo, sobre el supuesto de sustratos lingüísticos
transformados mediante frecuentes aféresis[19].
Proponemos un origen zenú autóctono del topónimo y nos apoyamos para ello en
los trabajos antropológicos de Benjamín Puche Villadiego lo mismo que en las
evidencias lingüísticas de la tradición local[20].
Los indios Zenúes a semejanza de los demás pueblos aborígenes de América no
acostumbraban nominar extensiones de terreno con topónimos descriptivos [21]
como la explicación de Fals Borda
plantea, aunque sí lo hacían para el caso de cuerpos hídricos. La toponimia
Zenú solía darse por expansión del nombre del cacique reinante (antropónimo) o bien del nombre de los
dioses (hagiónimo). Veamos algunos
ejemplos al respecto: Mocarí, Mompox, Aloba, Ayapel y Lo-Lorica, para el primer caso. O Tacasuluma, Tacasuán, Finzenú, Panzenú y
Mexión; para el segundo caso. No
vemos por qué el topónimo Cereté
debía ser la excepción, si fue así debía demostrarse esto último o al menos documentarse
con evidencia histórica y/o lingüística[22].
El hidrónimo Sinú o Zenú, de su
principal arteria fluvial, nominaba el río y el área por él bañada. Parece ser
que se había deificado al río. Otro tanto sucedía con Jegú, nombre zenú del río San Jorge[23].
En ambos casos los hidrónimos citados acababan cumpliendo también función
toponímica.
En lengua Zenú el morfema Cere denotaba “dar forma, conformar”. Alegóricamente se sustantivaba en “hijo, descendiente[24]”.
El morfema Té es aféresis de Thi >Tay>Luna[25].
Todo el vocablo
significa entonces: Hijo (o descendiente)
de la Cacica Tay, emparentada con Thi (la
Luna). Los indios zenúes eran matrilineales y los cacicazgos se heredaban
por ser hijos o descendientes de la Cacica-Madre
de la tribu, a quien se tenía en especial estima y veneración por identificarla
con la riqueza y la fertilidad. Sus cacicazgos solían ser por ello mismo
graneros de abastecimiento de las tribus y pueblos circunvecinos. Caso similar
se presentó en Chinú con la conocida Cacica Tota[26].
Cuando llegaron los hombres de los hermanos Heredia e incursionaron en tierras
del Cacique Cereté, en inmediaciones
del Caño Bugre, pudieron haberle
preguntado: ¿Quién eres tú? A lo cual
él pudo haber respondido con la intermediación de un intérprete bilingüe como
entonces se acostumbraba, lo siguiente: Cere-Tay,
que significa “(Soy) Hijo de Tay, Cacica (hija
de) La Luna”. Los ibéricos, acostumbrados a deformar y simplificar las
voces indianas, habrían reducido tal respuesta a Cereté y desde entonces denominaron así tanto al sitio como a su
señor local, aun después de muerto el mismo. ¿Se presentaron casos análogos en
otros lugares de Colombia? Es significativa a este respecto la anécdota del hipotético
primer encuentro de los muiscas del altiplano con los soldados de Gonzalo Jiménez
de Quesada hacia 1537, quienes al formularles la consabida pregunta ¿Quiénes son ustedes? Habrían obtenido
la respuesta: Chiba-Cha (Mirad que somos hombres, en lengua
muisca[27]).
Respuesta esa que los españoles convirtieron rápidamente en Chibcha con el que desde entonces los
designaron. Nombre este inadecuado porque ellos se denominaban a sí mismos Muexca>Nación, pueblo, gente[28];
y aún hoy en día se designan Muexcas o Muiscas sus orgullosos
descendientes cuya lengua ancestral se esfuerzan en rescatar del olvido
galopante. Consideramos insostenible la versión según la cual el Cacique Cereté habría respondido Seré Té, por cuanto aquel ignoraba por
completo la lengua castellana. De otro lado dicha versión no explica
satisfactoriamente la transliteración de Sereté
en el ancestral topónimo Cereté. Dicha
versión se originó por asociación fonética por parte del intérprete o de sus
oyentes, de la voz: Cere-Tay con la versión más cercana al castellano: Seré Té. Versión ésta última que finalmente
se impuso y pasó de padres a hijos en los últimos siglos, estimulada por la
población hispánica de la naciente fundación[29].
Analicemos ahora en detalle la probable
etimología amerindia del vocablo Bugre.
Otra denominación que se le daba antiguamente al Caño Bugre era el de Caño de
Aguas Blancas, en oposición al otro caño en que se escinde el río Sinú a
partir del punto llamado Boca la Ceiba,
que en tiempos coloniales y durante el siglo XIX se denominara Caño de Aguas Prietas y a partir de las
últimas décadas, Caño Lara. En los
topónimos zenúes que hacen referencia a los cuerpos hídricos hace reiterativa
presencia el morfema –URR-/ -UR-/ ORR-, miremos algunos ejemplos: Uré, Aburrá, Urrao, Lorica, Morroa y Urrá[30].
La carga semántica: agua, hecho de agua,
corriente de agua, próximo al agua, tipo
de agua, relativo o referente al
agua, con o para el agua; recae entonces sobre el semantema –URR-/-ORR-. El
morfema prefijal –BU/ -BURU/-B- tenía la carga semántica de “cabeza”. Y se adjetivaba en “principal o arquetípico”. El morfema sufijal –GRE/ -GREU denotaría color claro. Aun cuando también podría
denotar pertenencia o habitación[31].
Originalmente el hidrónimo pudo haber sido Burugre
o Burrugre; el cual devino por
metátesis en Bugre. Todo el vocablo
significa entonces “Corriente caudalosa de
agua (lodosa o) de color claro”. Recordemos que durante el siglo XIX y
siglos precedentes el Caño Bugre
recibía el torrente principal del río Sinú. Sostenemos por consiguiente la
hipótesis del origen zenú del hidrónimo Bugre,
en estrecha correlación con el topónimo Cereté[32].
Es altamente significativo el hecho que en el Estado brasileño de Minas Gerais, varios pueblos indígenas
amazónicos se identifiquen con el nombre Bugre
y que un municipio posea el mismo nombre. Sostenemos la hipótesis que dicho vocablo es un indigenismo que
posteriormente habría hecho tránsito hacia el castellano, el portugués y el
francés, respectivamente. Prueba de ello es que en lengua portuguesa el vocablo
Bugre tiene sentido peyorativo y
denota “Indio, ignorante”. En lengua
francesa el parónimo Bougre denota “herético o de costumbres corrompidas”. Los
indígenas brasileños de Minas Gerais
también se ubicaron en inmediaciones de un caño caudaloso de aguas lodosas,
afluente del Amazonas. Algunos autores han establecido que la lengua Zenú
estuvo emparentada con las lenguas amazónicas, por cuanto los primitivos zenúes
llegaron al valle del Sinú, luego de una migración de su emplazamiento original
en dicha cuenca, región del Mato Grosso. Las mujeres zenúes a semejanza de las indígenas guerreras
amazónicas, se cercenaban un seno para portar mejor el arco y el carcaj lleno
de flechas emponzoñadas[33].
§ 2. CERETÉ Y EL CAÑO BUGRE DURANTE LA CONQUISTA Y LA COLONIA
La primera referencia histórica
documental que tenemos sobre el Caño
Bugre nos viene del año 1690, cuando la valerosa encomendera española
Francisca Baptista de Bohórquez obtuvo del rey de España el título de Conquistadora y Pacificadora de la Provincia
de Urabá. El término territorial de dicha encomienda abarcaba las áreas del
Darién, Urabá y el valle del Sinú, hasta la boca del río del mismo nombre. Doña Francisca gobernó hasta 1721 con
espíritu abierto y progresista toda esa vasta zona de sus dominios, en los que
estaba incluido el pueblo de indios
llamado Zapalerías del Bugre a
orillas del caño Bugre que entonces era ancho y permitía la navegación fluvial
de embarcaciones de mediano tamaño. Doña
Francisca estableció factorías de productos locales en las principales poblaciones
ribereñas que entonces eran Cereté y Lorica[34].
Estableció en un punto de la ribera del Caño
Bugre una estancia o propiedad agraria a la que denominó Pablos en el caserío de Chuchurubí. Dotó
la propiedad con una amplia y cómoda casa de habitación y nombró mayordomo a
Marcos Cabadías de los Reyes. Creó otra hacienda a orillas del Sinú en Santa Cruz de Lorica, propiedad esta a
la que denominó Flamencos donde fijó
su casa de residencia permanente[35].
El Caño Bugre empezó a verse lentamente
surcado por canoas grandes y medianas, lo mismo que por champanes venidos desde
Lorica y aun desde la lejana Santa Cruz de Mompox. La Conquistadora y Pacificadora estimuló no sólo el progreso y
aprovechamiento material de sus encomendados, sino también el poblamiento de
las áreas más deshabitadas. Para ello hizo traer una colonia de judíos
conversos o sefarditas a Chuchurubí, que pasado un tiempo reubicó, una parte en
Lorica y otra parte en San Sebastián de Urabá, por haber sido acusados de
practicar en secreto sus legendarias prácticas religiosas mosaicas. Cereté
era para estas lejanas épocas (siglo XVII) un Pueblo de Indios donde aún no habían hecho presencia de forma
permanente los sacerdotes españoles. Quizás comisionado por Doña Francisca, el
mayordomo Cabadías empezó a fomentar el culto a la fe cristiana, lo cual lo
indispuso con los indígenas encomendados
de las riberas de los caños Bugre y Martínez, con quienes hasta entonces había
mantenido tan buenas relaciones. Doña Francisca logró traer en 1691 al
sacerdote franciscano Agustín Sánchez Alvarado, quien se estableció en la Hacienda Pablos e inició su labor de
enseñanza de español, catecismo y canto llano[36].
¿Cuál pudo haber sido la disposición poblacional de este Cereté de los primeros tiempos coloniales? Las casas indígenas,
techadas con palma amarga, y cercadas con latas secas, se elevaban sobre tambos
como era la costumbre zenú, para preservar seca su área de construcción durante
las inundaciones periódicas del Caño
Bugre. Las casas y bohíos se agrupaban en calles irregulares que partían
desde el Caño y se abrían gradualmente hacia los extramuros del poblado, en una
disposición poblacional esteliforme[37].
En el centro del poblado a orillas del Caño y sobre un tambo preeminente se
elevaba el centro ceremonial o adoratorio, donde quizás debieron haber rendido
culto a Thi, La Luna[38].
Hará falta adelantar excavaciones arqueológicas para determinarlo con
precisión. ¿Cómo atravesaban el Caño los primitivos pobladores zenúes? Mediante
el uso de canoas fijas en al menos tres puntos de su trayectoria, las cuales
tiraban de un lado al otro con una cuerda templada entre los troncos de dos
árboles corpulentos a lado y lado; con el auxilio de una segunda cuerda floja
atada a la proa de la canoa. En tiempos de guerra la cuerda (hico en lengua zenú) se cortaba o
incendiaba para que el enemigo no los pudiera seguir hasta el otro lado. ¿Qué
productos de pan coger empezaron a vender a través del Caño Bugre los indígenas
encomendados? Casabe, yuca, ñame, maíz y cacao, en principio, los cuales
cultivaban en la región seca de los tambos, que era lo suficientemente amplia
para ello. Posteriormente Doña Francisca introdujo semillas de arroz, caña de
azúcar, plátano y algodón, traídas desde España vía Cartagena de
Indias, que los indígenas aprendieron a cultivar y cosechar. Los indígenas
también le enseñaron a esta aguerrida mujer española técnicas antiquísimas como
la producción de la madera del algarrobo y la quema de monte, entre otras.
§ 3. FUNDACIÓN HISPÁNICA DEL POBLADO DE
MOCARÍ EN LA CUENCA DEL CAÑO BUGRE
El topónimo zenú Mocarí significa en dicha lengua: Fuerza y fortaleza; tanto física como anímica[39].
Originalmente no denotaba una región sino el cacique aposentado en ella,
como fue de común ocurrencia en el Imperio Zenú. En el antiguo emplazamiento de
Cereté tenemos la noticia del legendario Cacique
Té, también llamado Cereté, quien
se habría unido matrimonialmente con la Cacica
Tay, como ya anteriormente hemos referido. A la muerte del cacique Cereté, heredaría el cacicazgo por unión
con Tay, el español Juan Velásquez de Santa Cruz, quien indianizado asumiría
como el poderoso Cacique Tofeme, corría
el siglo XVI. Llegados al XVIII el sitio asume el nombre de su cacique de
entonces, Mocarí, cuyo nombre ya
hemos explicado etimológicamente. El emplazamiento indiano conservaba hasta
entonces su condición de pueblo de indios,
aun cuando es de suponer que hubiesen llegado unos cuantos negros africanos,
que formarían parte del séquito de esclavos de Doña Francisca cuando arribaba
eventualmente a su hacienda Pablos en
Chuchurubí. Durante las primeras décadas del gobierno del Rey Fernando V,
primero de los Borbones, el español Francisco Velásquez fundó en 1721, agrupando
las familias de tres encomiendas, un poblado estable con arreglo a las nuevas disposiciones
españolas[40]. Le
colaboraron como lugartenientes en dicha empresa los también encomenderos: Cristóbal
Jiménez de León y Juan de Ramos. ¿Cuál fue el nombre de esta primera fundación
hispánica de lo que posteriormente sería Cereté? Orlando Fals Borda afirma que
fue San Antonio y las Ánimas de Mocarí[41].
Velásquez fundó el poblado agrupando en torno a una ermita pajiza dedicada a San
Antonio de Padua y una pequeña plaza central, sesenta familias entre españoles
e indígenas, siendo mayoría estos últimos. Dice Fals Borda lo siguiente:
Velásquez tuvo, pues la singular idea
de fundar un pueblo libre y abierto a todos, sin distinción de castas. Sería
distinto de los homogéneos “pueblos de indios”.
Como San Andrés, San Sebastián o Sabaneta, así como de las exclusivas
villas de encomenderos o “parroquias de blancos” como Tolú y María (la Baja),
porque en él convivirían “chinos”, esclavos y libres vagabundos, además de los
colonos principales como administradores y cabildantes. Así lo consultó con dos
de sus vecinos estancieros: Cristóbal Jiménez y Juan Ramos, quienes estuvieron
de acuerdo con el plan. Sumaron entonces
entre los tres sus respectivos indios, esclavos y libres y los colocaron en un
solo sitio: el viejo Mocarí. Este quedaba probablemente donde hoy se encuentra
el caserío frutero de Retiro de los Indios, sobre la carretera troncal entre
Montería y Cereté. Allí había ya cincuenta familias (300 personas) a cargo de
Ramos, en unas seis caballerías. El
nuevo pueblo se fue formando a la manera indígena, con casas dispersas formando
una estrella, alrededor de la choza grande de la capilla. Se llamó entonces
“San Antonio y Las Ánimas de Mocarí”[42].
Para el año de
1740 el poblado sería elevado a la categoría de Parroquia, por determinación del entonces Gobernador de la
Provincia de Cartagena de Indias don Juan de Torrezar Díaz y Pimienta, quien
fuera Mariscal de Campo y Teniente General de la Real Armada[43],
funcionario este de grata recordación en algunos municipios del actual
Departamento de Córdoba, por sus obras de progreso y beneficio para toda la
población, sin distingos de color de piel o clase social como entonces se
acostumbraba. Juan de Torrezar Díaz y Pimienta también reorganizaría en el
mismo año de 1740 el poblado indígena de Managua
con el nombre de San Antonio de Ciénaga
del Oro, como quiera que antes éste hubiera formado parte territorial de lo
que posteriormente sería Cereté. Vale aclarar que la primera fundación estable
de la futura Cereté se ubicaba varios kilómetros cuenca adentro del Caño Bugre,
aunque se nutría de sus aguas gracias a la cercanía de caños y quebradas. La
historia y las tradiciones locales refieren que los indígenas no estuvieron a
gusto con el nuevo emplazamiento del poblado y decidieron regresar al sitio
donde originalmente se habían establecido, a orillas del Caño Bugre. Es altamente probable que dicho sitio sea donde
actualmente se levanta la ciudad de Cereté.
§ 4. LAS ZAPALERÍAS DEL BUGRE
En el año de 1734 la encomienda Las Zapalerías del Bugre que formara parte del recién fundado San Antonio y las Ánimas de Mocarí, había sido entregada por
disposición del Cabildo de la Villa de Santiago de Tolú al sacerdote español
Tomás Gómez de Barragán, quien ejerciera como párroco de Lorica, ciudad esta
donde fijó su residencia y desde donde administraba la encomienda. Este extenso
fundo agrario abarcaba desde el Caño Bugre, hasta los caños de Palmito y
Martínez e incluía los pueblos de San
Antonio y Las Ánimas de Mocarí y el de Ciénaga
del Oro[44].
¿Por qué razón ya no lo gobernaba Doña Francisca Baptista de Bohórquez? Había
muerto el último de los reyes españoles de la dinastía Habsburgo[45]
y luego de la sangrienta Guerra de Sucesión[46]
habían asumido el trono los Borbones franceses con Felipe V quien gobernó
España y las colonias entre 1701 y 1724. Estos monarcas implantarían lentamente
en España y sus colonias la Ley Sálica,
según la cual el gobierno debía ser ejercido por hombres, nunca por mujeres[47].
El Estado español se había vuelto marcadamente machista contrario a las viejas
costumbres castellanas. Además Felipe V en 1720 había suprimido las encomiendas
en sus dominios. Estas fueron expropiadas y volvieron a ser adjudicadas por los
Cabildos. El Padre Barragán procreó varios hijos en Lorica con Rufina Sánchez,
actitud ésta que causó escándalo en la sociedad local de la época[48].
Una de sus hijas sería Petrona Barragán quien se casaría con Pedro de
Berástegui, los descendientes de esta pareja heredarían la que se denominaba Hacienda Zapalerías del Bugre, cuya casa solariega
y sede administrativa se hallaba en las afueras de Ciénaga de Oro donde aún
existe[49].
Este predio agrario sería posteriormente la moderna Hacienda Berástegui, en donde funcionaría un enorme complejo
productor de azúcar. Don José María Berástegui, heredero de ese gigantesco
emporio azucarero empleaba con frecuencia el Caño Bugre como vía fluvial para abastecer las necesidades del
ingenio[50]. Empezó a funcionar entonces en Cereté, Puerto Wilches sobre el Caño Bugre,
puerto natural formado en una ensenada del Caño, desde donde se despachaban
embarcaciones medianas y pequeñas a Lorica, cargadas de frutas locales,
plátano, yuca, queso artesanal y sobre todo, de manteca colorada, producida en
las extensas plantaciones de palma de corozo de las haciendas de los
alrededores. De Lorica llegaban mercancías varias como aceite para el
alumbrado, velas, cerámica para la cocina, alcancías y gallinitas de barro
cocido, bocachicos y telas importadas por los sirio-libaneses, entre muchas otras.
Estas embarcaciones continuaban luego su ruta hacia Montería. Paralela al caño
Bugre se formó espontáneamente la Calle
del Mercado, al término de la cual se levantaba una imponente bonga de
añejo tronco con apariencia centenaria. Este corpulento árbol murió de viejo
hacia 1980, era un símbolo de la vieja Cereté a orillas del Bugre.
§ 4. HISTORIA RECIENTE DE CERETÉ Y EL CAÑO BUGRE
El ganadero y hacendado cereteano
Miguel García Sánchez asumiría el 8 de
octubre de 1953 como tercer gobernador del recientemente creado Departamento de
Córdoba, por nombramiento del presidente Gustavo Rojas Pinilla. Durante su mandato el municipio de Cereté fue
privilegiado con obras de infraestructura e inversiones a gran escala. Se
construyeron: el Hospital Regional Sandiego, la Defensa Portuaria del Caño
Bugre, el Palacio Municipal, la
carretera Cereté – Rabolargo, el puente metálico sobre el Caño Bugre (llamado
durante años “el Puente Nuevo”) y el
edificio para la Planta Telefónica de Cereté, con 200 automáticos, entre otras
realizaciones.
García Sánchez detentó
el cargo hasta mayo de 1957. Cereté se hizo
poblado gracias a la corriente fluvial del Caño Bugre. Cuando este languideció,
Cereté cobró un nuevo aire de progreso gracias a la bonanza algodonera y a las
carreteras Cereté – Montería, Cereté – Lorica y Cereté –Ciénaga de Oro. Entonces
se denominó orgullosamente La Capital del
Oro Blanco y rivalizó en pujanza y desarrollo con la propia Montería. El
modelo aperturista del presidente César Gaviria Trujillo dio al traste
finalmente con la riqueza derivada del algodón que venía en franco declive
desde 1977, año de la sonada quiebra de los algodoneros locales debido a la
falta de lluvias oportunas para la maduración y apertura de la nuez algodonera.
El imponente edificio de la Federación de
Algodoneros en la salida hacia Montería permaneció durante algunos años
como símbolo del fin de una era. Posteriormente fue vendido y convertido en el Hotel Cacique Té.
§ 5. CONCLUSIONES
El
Caño Bugre fue dejado de lado por la historia desde el momento mismo en que
empezó a adelgazar progresivamente su caudal y amenazó con secarse
definitivamente. Puerto Wilches hoy en día es solamente un recuerdo del pasado
y el nombre de un barrio de Cereté. Los nostálgicos de la historia añoramos
aquellos años dorados de Cereté y su orgulloso Caño Bugre, surcado por señoriales champanes cargados de mercancías
y abalorios que eran ávidamente adquiridos a nivel local. Ya no hay planchones
sobre él, porque atravesarlo a pie es muy fácil. Ya no lo besa lisonjera la
vieja bonga del mercado ni el poeta Raúl Gómez Jattin le dedica encendidos
versos, mientras degusta una deliciosa guama de mono a sus orillas. Las nuevas
generaciones deberán asumir la ingente responsabilidad de recuperar la
principal vía fluvial de Cereté, con el compromiso del burgomaestre local, la
gobernación y el Gobierno Nacional. La savia vivificante del Caño Bugre fue la madre nutricia de
Cereté, no permitamos jamás que muera.
[1] El
presidente Álvaro Uribe Vélez en su discurso de inauguración del Hogar Grupal Sueños de Amor, el 12 de
julio de 2009 en Cereté, dijo sobre el Caño Bugre entre otras cosas, lo
siguiente: Yo hoy me voy con dos
enormes preocupaciones: la del Alcalde de Montería (Marcos Daniel Pineda) por
el Sistema de Transporte Masivo de Montería, y la del señor Alcalde de Cereté,
por el tema del Caño Bugre, que además de la falta de plata tiene ese problema
técnico que tienen que resolver.
[2]
PUCHE VILLADIEGO, Benjamín. El Gran
Imperio Zenú: centro de Ingenieros hidráulicos y orfebres de filigrana fina en
la América Prehispánica. Eds. Banco de la República – Museo del Oro.
Barranquilla (Colombia), 2001. Pág. 13
[3] El 13 de junio de
1953 el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, poco después que el presidente
Laureano Gómez Castro retornara al país y reasumiera la presidencia, la cual
había dejado en manos de Rafael Urdaneta Arbeláez; dio golpe de Estado y asumió las riendas del
ejecutivo. Ejerció la primera magistratura hasta el 10 de mayo de 1957, cuando
entregó el poder a la Junta Militar que gobernó hasta el 4 de mayo de 1958.
[4] Cf. GARCÍA SÁNCHEZ,
Miguel y LONDOÑO LONDOÑO, Fernando. El
Proceso de Cereté: Caso García Sánchez, Documentos de un Proceso. Eds.
Kelly, Bogotá (Colombia), 1959
[5] Cf. CASTELLANOS,
Juan de. Elegías de Varones Ilustres de
Indias. Eds. Gerardo Rivas. Bogotá (Colombia), 1996
[6] FERNÁNDEZ DE ENCISO,
Martín. Summa de Geografía. Eds.
Biblioteca Banco Popular. Bogotá (Colombia), 1974. Pág. 271
[7] Op. Cit. Pág. 272
[8] Cf. DEL CASTILLO
MATHIEU, Nicolás. Descubrimiento y
Conquista de Colombia. Eds. Banco de la República. Bogotá (Colombia), 1988.
Pág. 58
[9] Cf. EXBRAYAT BONCOMPAIN, Jaime. Historia de Montería. Eds. Imprenta Departamental, 1971.
[10] Los indígenas zenúes
practicaban la antropofagia con sus enemigos de guerra.
[11] Cf. MARTÍNEZ ALEAN,
Luis. Mitos y Leyendas de Córdoba. Publicado
en: Boletín Historial: Órgano de la
Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox. Diciembre de 1993, Nº 26, Año
LI. Págs. 61 y 62
[12] Municipio
perteneciente al Departamento de Bolívar.
[13] La Lengua Catía o Emberá es hablada
actualmente por grupos indígenas en los departamentos de Antioquia, Chocó,
Córdoba, Sucre y Bolívar. Cuenta con aproximadamente 25.000 hablantes.
[14] FALS BORDA, Orlando.
Historia Doble de la Costa. Eds.
Carlos Valencia Editores. Bogotá (Colombia), 1986. Vol. IV. Pág. 30A
[15] Identificar el
morfema Tambo con la carga semántica:
“Cueva” o “Gruta”; lo consideramos
exótico y carente de fundamento documental.
[16] También denominada Empera-Katía.
[17] Cf. LEZAMA Y
URRUTIA, Yosu de. Apuntes de Lingüística Aborigen. Eds. Universidad
Santo Tomás de Aquino. Bogotá (Colombia), 1979. Pág. 75 y ss.
[18] Cf. Ibídem.
[19]
Quizás demasiado frecuentes.
[20] Cf.
PUCHE VILLADIEGO. Benjamín. Op. Cit. Pág.
J / Pág. 13
[21] Es
decir, con topónimos descriptivos de las cualidades del lugar nominado, sus
accidentes geográficos o su fauna y su flora. En el Gran Imperio Zenú existe el
topónimo Chinú, que ha sido
identificado como de origen Guahibo. Su explicación etimológica es la siguiente: Shi>Región,
Tierra (maravillosa o encantada) / Nú> Aguas abundantes. Dialecto Guajibo o
guamacó, empleado también por los sinúes.
[22] Cf.
OSUNA, Rafael. Cuestiones de Onomatología
Americana en los Cronistas de Indias. Eds. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá
(Colombia), 1973. Pág. 75 y ss.
[23]
/xegú/
[24] En
la tradición campesina de Córdoba, Sucre y el sur de Bolívar (área de innegable
influencia Zenú), se emplea el sinuanismo “Cereta”
para denominar el molde cuadrangular, hecho generalmente de madera agujereada,
en el cual se da forma y se drena el queso. Este hecho demuestra que el morfema
Cere/ Cereta posee la carga semántica:
Dar forma o formar.
[25] El
antropónimo (To)tay significaba
entonces: To>Reina, madre-gobernante o cacica. Tay>Thi>Luna, en lengua zenú. Es decir: (Cacica) hija o descendiente de la Luna. Recordemos que los zenúes
tenían una sólida tradición religiosa astral. Esta explicación es congruente
con el hecho que en el ancestral emplazamiento geográfico de Cereté pudo haber
existido un santuario astral dedicado a Thi, la diosa luna.
[26] Cf.
ROJAS DE PERDOMO, Lucía. Manual de
Arqueología Colombiana. Eds. Carlos Valencia Editores. Bogotá (Colombia),
1989. Pág. 96. Cf. PUCHE VILLADIEGO. Benjamín. Op. Cit. Pág. 1
[28] Cf. LEZAMA Y
URRUTIA, Yosu de. Op. Cit. Pág. 140
[29]
Estas asociaciones fonéticas eran de común ocurrencia en tiempos de la
conquista y posterior colonia. El poblado indígena en el actual Departamento de
Bolívar, denominado: Mazaguapo, fue
rebautizado Amansaguapos por los hombres de Pedro de Heredia.
[30] Cf. PUCHE
VILLADIEGO, Benjamín. Op. Cit. Pág. 13
[31] Uno de los indígenas
que sirvió de guía a Vasco Núñez de Balboa para descubrir el Mar del Sur,
posteriormente denominado Océano Pacífico, se llamaba en lengua aborigen del
Darién: COMOGRE, que significaría “Señor
fuerte de estos lugares”.
[32] Aun
cuando no descartamos de plano un probable origen catalán o castellano, lenguas
estas en las cuales el hidrónimo en cuestión presenta homónimos, homógrafos y
parónimos.
[33] Cf. PUCHE
VILLADIEGO, Benjamín. Op. Cit. Pág. 4
[34] Cf.
FALS BORDA, Orlando. Historia Doble de la
Costa: Retorno a la Tierra. Eds. Carlos Valencia Editores. Bogotá
(Colombia), 1986. Vol. IV. Pág. 33B
[35] Cf.
Op. Cit. Pág. 37A
[36] Op. Cit. Pág. 40A
[37] Con forma de
estrella.
[38] Cuyo culto
posteriormente reemplazarían los curas doctrineros por el de Nuestra Señora de la Candelaria, a
semejanza de Cartagena de Indias, la capital provincial. Durante la vigencia de
la Ley Sálica de los Borbones, se
entronizó como patrono eclesiástico de Cereté a San Antonio de Padua, aun
cuando el culto de la Virgen de la Candelaria había arraigado entre el pueblo y
se mantuvo pese a todo.
[39] Cf. MORENO DE ÁNGEL,
Pilar. Antonio de la Torre y Miranda:
Viajero y Poblador. Eds. Planeta. Bogotá (Colombia), 1996. Pág. 27
[40] La tradición local
ha referido la noticia que se trataba de tres sacerdotes jesuitas. No parece
defendible esta tesis ante el hecho que se entronizara como patrono
eclesiástico de la fundación a un santo
de la Orden de los franciscanos, como es San Antonio de Padua.
[41] Cf. FALS BORDA,
Orlando. Op. Cit. Vol. IV. Pág. 45A
[42] FALS BORDA, Orlando.
Op. Cit. Pág. 47A
[43] Cf. CELIS M.
Francisco, VERGARA TÁMARA, Rafael, y OSPINA, Tulio Nel. Geografía Económica de Colombia: Bolívar. Eds. Contraloría General
de la República, Editorial El Gráfico. Bogotá (Colombia), 1942. Vol. V. Pág.
692. Cf. BARRERA M., Eduardo. Virreyes de
la Nueva Granada. Publicado en: Revista
Credencial Historia. Bogotá (Colombia), Edición 20, agosto de 1991. Pág. 8
[44] Cf. MORENO DE ÁNGEL,
Pilar. Op. Cit. Pág. 56
[45] Los Habsburgo eran
de origen austríaco y se les recuerda en la historia de España como artífices
de la grandeza imperial española, en oposición a los Borbones franceses, a
quienes se los mira como responsables del atraso y la decadencia.
[46] Una vez muerto el
Rey Carlos II, dos príncipes europeos alegaron derechos al trono de España,
ellos fueron: Felipe de Borbón (francés) y Carlos, archiduque de Austria, de la
depuesta dinastía Habsburgo. Después de sangrientos combates en España, las
colonias y otras naciones, triunfó la Dinastía Borbón en la batalla de
Villaviciosa. En virtud de los Tratados
de Utrech y Rastadt firmados en 1713 entre ambas casas dinásticas, Carlos
se resignó pero exigió para Austria territorios españoles (Sicilia y Menorca). España
también perdió los Países Bajos (Holanda), Gibraltar y Orán, entre otros.
[47] Cf. REPOLLÉS
AGUILAR, José. Historia de España.
Eds. Distribuciones Editoriales. Barcelona (España), 1973. Vol. II. Pág. 200
[48] Cf. MORENO DE ÁNGEL,
Pilar. Op. Cit. Pág. 56
[49] Cf. Ibídem.
[50] Cf. FALS BORDA,
Orlando. Op. Cit. Pág. 117A