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jueves, 2 de abril de 2015

EL VIEJO LAUREL DE LA CASA (Poema)

Raúl Enrique Cogollo Ayala, el día de su primera comunión (1971 aprox.)
Locación de la fotografía: Finca LA FLORIDA (Cereté - Córdoba)
-Tras él se aprecia el laurel de la India del cual se habla en el poema-

EL VIEJO LAUREL DE LA CASA
(Poema)
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

El viejo laurel que se alzaba imponente
Al frente la casa de mis mocedades…
Era cual gigante de intrépida frente
Que el cielo arañaba con tibios cristales.

Su tronco robusto se abría en ramales
Que el cielo cubrían, con verdes doseles…
Sus barbas caían en vivos raudales,
Eran trazos suaves de finos pinceles.

Pepitas de dulce sabor le cubrían
De tiempos en tiempos…manjar de la oruga…
Que hermosa y terrible, en sus ramas hacían
Senderos en pliegues de savia y arruga.

Su tronco nervudo cubrían sus barbas
Que en torno formaban urdimbre apretada.
Hamaca encendida de vida entre garbas
¡Cual malla que al tronco se admira aferrada!

La brisa de octubre le azota impulsiva
El viejo laurel no se inclina un instante…
Se muestra severo, sus hojas de oliva
Le arropan cual túnica tersa y brillante.

Cuando yo era niño oculté entre sus troncos
Un bello guijarro que hallé en los jardines.
Los troncos más fuertes se hicieron y roncos,
La piedra abrazaron cual dos serafines.

El árbol creció más y más, desafiante
La piedra fue suya en su fina madera…
También yo crecí, mi secreto de infante
Con él compartí de escondida manera.

Un día mi padre decide cortarlo
El hierro lo abate con cruel insistencia…
Él, firme y altivo, parece notarlo
Cual recio gigante de fiel resistencia.

Su copa mantiene hasta verse vencido
El noble coloso de los tiempos recios.
Su tronco hecho añicos se mira esparcido
En la verde alfombra de los hombres necios.

Busqué en su madera de aroma y de brillo
Aquella piedrita que yo le incrustara…
Cuando era un chicuelo, me armé de un cuchillo
Y al punto brotó como un sol  de Carrara.

Mi amigo de niño, laurel de mis días
Cuánto yo jugué entre tus troncos y ramas…
Lloré al verte muerto, con melancolías
¡Eras el guardián del jardín de las lamas!

Hoy te hago una alfombra de bellas palabras
Quizás tú te halles en el cielo arbóreo…
Los años pasaron, recuerdos tú labras,
Cual fina estatuaria de rostro marmóreo.

Un día no lejos iré donde estabas
Y una rama verde de ti he de traerme…
Pues quiero que vivas en la verde estancia
Y verte crecer y en tu cielo perderme.

Madrid (Cundinamarca)
Marzo 8 de 2015