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martes, 30 de diciembre de 2014

LAS NAVIDADES EN EL VIEJO CERETÉ (Artículo)

ANTIGUA CALLE DEL COMERCIO DE CERETÉ, ANTERIOR AL INCENDIO QUE ACABÓ CON LAS CASAS TRADICIONALES DEL CENTRO DE LA CIUDAD EN EL AÑO 1963
LAS NAVIDADES EN EL VIEJO CERETÉ
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
Las navidades se vienen
Las navidades se van…
Y nosotros nos vamos
Y no venimos más.

(Copla vieja del Cereté de antaño)

En el Cereté de hace 50 años atrás, década de los años sesentas, la celebración navideña era bastante llamativa y vistosa, por cuanto congregaba a las distintas capas sociales del municipio en una sentida representación alegórica del nacimiento del Salvador del mundo. Nos narra la insigne educadora cereteana doña Berta Bautista de García, quien vive en el barrio Venus y goza de un honroso retiro pensional, lo siguiente:

La procesión de la cuna

“Cuando yo era una niña, se acostumbraba en Cereté, en época de las navidades, realizar una procesión que llamaban la procesión de la cuna. Eso generalmente lo organizaba la seño Jeca, la inolvidable educadora Angélica Salcedo, quien ya falleció varios años atrás. La procesión se organizaba en el patio de don Amiano Bautista –mi padre- y esta salía solemnemente, a las 5 de la tarde del día 24 de diciembre, desde mi casa en el barrio de Santa Teresa. Se llevaba un cochecito vacío muy bien adornado con cintas y encajes. Ese cochecito era la cuna. Se llevaba vacío para simbolizar que todavía el Niño Dios no había nacido. La gente iba toda muy bien vestida tras del cochecito, con trajes blancos, llevando cada persona una velita encendida. A lado y lado del cochecito iban cuatro niños vestidos de angelitos, custodiando la cunita, se entendía. Esos eran los niños de las clases adineradas de Cereté, los niños de extracción más humilde iban tras del cortejo, vestidos de pastorcitos, llevando unos bastoncitos y unas ovejitas hechas de costales de fique o una palomita blanca viva, para indicar que eran pastores. Amenizaba la procesión de la cuna una banda de viento que iba tocando piezas de música religiosa y villancicos durante todo el recorrido. ¡Esta procesión tan linda congregaba a niños y viejos, a ricos y pobres! Lástima que se haya perdido, cuando se murió Jeca muchas cosas se perdieron.

La procesión seguía el trayecto de la orilla del río, cogía por la calle de las flores, doblaba hacia la calle del comercio, por la callecita del progreso y terminaba en la iglesia grande de San Antonio de Padua, la del centro, donde la cunita la recibía el Padre y la colocaba en el pesebre, esperando el 24 de diciembre a media noche, el nacimiento del niño. La seño Jeca iba dirigiendo los cantos de villancicos y los rezos por todo el camino. Ya por la noche se hacía un fandango de navidad, con la misma banda de la procesión de la cuna. A veces tocaban hasta dos bandas. La gente entonces era muy respetuosa, había la venta de vela, de pan, de chicha, de caraqueña, de arrancamuela, etc. Pero que yo recuerde nunca había pelea, porque era una fiesta religiosa y la gente se contenía, por el respeto que entonces había.

La calle rabisa

Mi papá me contaba que en su juventud, entre los años 1926 a 1929[1], quizás, se realizó cierto año en Cereté el concurso de la calle mejor adornada para la navidad. Las calles concursaban decididamente para ganarse el premio de una vaca y unas cajas de ron, todo lo cual fue donado ese año por el abuelito materno de Miguel García Sánchez, el papá de la señora Sandiego Sánchez, madre del futuro gobernador de Córdoba.  A los habitantes de la calle ganadora le darían la vaca y ese viaducto llevaría en adelante el honroso nombre de “Calle de las flores”, por las muchas coronas de flores con que había ganado. Mientras que la calle que ocupara el último lugar le colocarían el nombre burlesco de “Calle rabisa”, o sea, la calle del rabo. En ese año –año 1926 o 1928, quizás-, la calle del centro quedó en el último lugar y  a sus habitantes les ofendía mucho que la llamaran Calle rabisa. Ellos decidieron entonces ponerle Calle del comercio, porque ahí estaban los principales almacenes y graneros de Cereté. Y desde entonces fue conocida como Calle del comercio. Esto no lo vi yo, esto me lo contó mi papá como un recuerdo de su juventud. Me lo contó siendo él ya mayor y yo apenas una niña”[2].

Conclusión

Este maravilloso relato aportado por tan excelsa dama nos lleva al pasado de nuestra bella ciudad, a la década de los años sesentas y aún más atrás, para darnos datos significativos sobre los nombres de algunas calles tradicionales cereteanas y sobre algunas costumbres perdidas en la bruma de los tiempos. Aun así el Cereté de antaño pervive en algunos aspectos tanto materiales como espirituales actuales, que se desconozca la historia no nos autoriza a soslayarla, porque ella actúa, está allí y es parte palpitante de nuestra mismidad.
Madrid (Cundinamarca), diciembre 21 de 2014

DEFENSA PORTUARIA DEL CAÑO BUGRE EN CERETÉ- LA FOTO DATA DE 1955



[1] En el año 1926 se construyó el edificio del centro histórico de Cereté, donde funcionó tradicionalmente la Escuela de Varones del Centro, donde el educador cereteano don Guillermo Viola educó a decenas de generaciones de cereteanos. En ese mismo año se construyó también el palacete de don Miguel García Sánchez, Villa Débora, en la calle de las flores, con materiales importados y a la usanza arquitectónica clásica y española.
[2] BAUTISTA DE GARCÍA, Berta Alicia. Referencia directa, vía telefónica. Cereté (Córdoba), diciembre 21 de 2014