SOL OMNIBUS LUCET

SOL OMNIBUS LUCET
Mostrando entradas con la etiqueta CULTURA CIUDADANA CERETEANA (Artículo). Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CULTURA CIUDADANA CERETEANA (Artículo). Mostrar todas las entradas

miércoles, 28 de enero de 2015

CULTURA CIUDADANA CERETEANA (Artículo)

PARQUE ANTONIO NARIÑO DE CERETÉ (CÓRDOBA)ANTES DE LA REMODELACIÓN DE 2014
CERETÉ COMUNITARIO
CULTURA CIUDADANA CERETEANA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala


La sociedad del siglo XXI impone como imperativo ético a todas las sociedades postmodernas del planeta el cuidado extremo de nuestro planeta azul, que - como es del conocimiento general-, se encuentra en cuidados intensivos, para incomodidad y molestia de las grandes potencias industriales del mundo que son las principales responsables de la actual catástrofe ecológica planetaria. Aunque es preciso decir que no son las únicas causantes porque el mal llamado Tercer Mundo también tiene un prominente grano de arena en tal sentido aunque quizás sean varios prominentes granos de arena. Toda ciudad impacta negativamente en grado mayúsculo el medio ambiente y ello es directamente proporcional a la cantidad de espacio que el trazado urbano abarca. Cada día se liberan grandes cantidades de sustancias tóxicas, desechos industriales, desechos  fluoro carbonados y lixiviados producidos por basuras en descomposición; entre los más altamente contaminantes tanto del aire, el suelo y el subsuelo, como del agua y la atmósfera. 

Nuestro Cereté no ha sido ajeno al fenómeno del impacto y la depredación de los recursos medioambientales. Hemos padecido el flagelo de la contaminación y las basuras desde tiempos inmemoriales lo cual aún no se ha subsanado del todo. La propuesta de Cultura Ciudadana nació en la ciudad de Bogotá durante el primer mandato al frente de la Alcaldía Mayor, del matemático y filósofo Antanas Mockus Sivickas, ex rector de la Universidad Nacional y excandidato presidencial 2010. Un novedoso enfoque pedagógico empezó a ser impartido en las calles, semáforos, cebras, avenidas y demás ductos viales. Grupos animados de mimos, cantantes, guitarristas, teatreros, zanqueros, saltimbanquis y otros artistas musicales y escénicos al servicio de la causa empezaron a sugerir a los ciudadanos la forma correcta de emplear el espacio público capitalino. El experimento al principio causó extrañeza, risas, burlas y hasta enojo en algunos de los sectores políticos más reacios y conservadores. Pero a la larga la propuesta arrojó los mejores resultados lo que le valió ser imitada en otras ciudades del país. Las enseñanzas fueron múltiples y nos permiten aprender de ellas,  veamos:

Ÿ Cuando las normas son concertadas y se enseñan con un enfoque pedagógico se logra su aceptación con mayor éxito. El autoritarismo genera resentimiento y forma parte de la vieja forma de hacer política en Colombia.
Ÿ La norma por la norma misma es cosa del pasado. La norma en función del bienestar de las comunidades, justificada en el consenso y la voluntad de las mayorías ciudadanas vuelve a ponerse en primer plano.
Ÿ Los ciudadanos deben entender que la ciudad es su espacio natural, el hábitat propio de su especie. En consecuencia las normas de convivencia ciudadana, de ecopreservación y de mantenimiento del espacio público deben empezar a ser interiorizadas, para bien no solamente de nosotros mismos, sino de nuestros propios hijos en función del sostenimiento de las generaciones futuras.

Nosotros los que pasamos de los cuarenta años en la actualidad tuvimos el enorme privilegio de contar con paisajes primaverales, cielos cristalinos de zafiro luminiscente, aires más bien puros, costas y mares limpios, comida orgánica no manipulada genéticamente, entre otros tantos beneficios de aquellos viejos tiempos que ya nunca volverán en el Cereté de antaño. ¿Qué tipo de paisaje, de suelos, de atmósfera, de comida, de costas y mares le pensamos legar a nuestros nietos, biznietos y tataranietos? ¿Acaso paisajes virtuales, comida hidropónica, carnes hormonadas o sintéticas, una atmósfera no apta para la vida humana, costas y mares contaminados, reemplazados en el patio de nuestras hipercalientes casas por piscinas inflables llenas de agua químicamente tratada y por ende dermo ulcerativa?  Esta posibilidad última parece una película de terror, -bien espeluznante por cierto-, pero su macabro horizonte se cierne sobre nosotros como una amenaza silenciosa pero galopante que tarde que temprano acabará por aplastarnos si no nos proponemos hacer algo para evitar sus nefastas consecuencias. No en vano la denominan en el mundo La Verdad Incómoda.

Los cereteanos debemos hacernos concientes de las normas eco preservativas y de convivencia y cultura ciudadana de nuestra bella ciudad, en lo cual las escuelas y colegios deberán cumplir una función preponderante. El caño Bugre no tiene por qué seguir siendo depósito indiscriminado de basuras, como siempre lo ha sido ante la mirada insensible de una buena parte de los habitantes de lo cual no se excluyen algunas administraciones locales.  Tengamos en cuenta a título de pauta de orientación los siguientes

QUINCE PRINCIPIOS DE CULTURA CIUDADANA CERETEANA

(1) Nunca arrojemos basuras y desperdicios a las calles, utilicemos para ello las canecas de basura. En el caso que no hubiera, guardémoslas y las depositamos posteriormente en la papelera de nuestras casas. La ciudad y el medio ambiente no los agradecerán.

(2) Respetemos los semáforos, ya seamos peatones o ya seamos conductores vehiculares. Y utilicemos así mismo tanto puentes peatonales como cebras. Nuestra propia vida está de por medio.

(3) Recojamos de la calle los desechos de nuestras mascotas. Los desperdicios animales son altamente contaminantes y se convierten en fuente gravemente patogénica (productores de enfermedades)  en nuestras calles, parques y zonas verdes. Evitémoslo a toda costa.

(4) Organicemos nuestra basura doméstica de tal manera que sea fácil su recolección y posterior reciclaje, si es el caso. Nunca mezclemos desechos orgánicos con celulosa (papel y cartón). Los residuos orgánicos (cáscaras de huevo, de plátano, de papa, etc.) deben ir empacados aparte. De igual forma los plásticos, vidrios y metales.  Los residuos orgánicos entran rápidamente en descomposición y son altamente contaminantes del aire y el suelo porque producen lixiviación. Si los podemos utilizar como abono de plantas o como sustrato para la producción de gas metano sería lo ideal. Las pilas desechadas deben ser empacadas aparte por cuanto son altamente tóxicas. Son ricas en mercurio y carbón. En grandes cantidades pueden ser vendidas para ser recicladas, lo que dejaría una fuente adicional de dinero. Así mismo el pestillo de cierre de las latas de bebidas gaseosas o cervezas está hecho de aluminio puro. Colombia no produce aluminio y debe comprarlo al extranjero. Reunir una buena cantidad de dicha pieza y venderla por kilos como aluminio puro dejará buenas ganancias a los recicladores.

(5) Nunca arrojemos líquidos grasos hipercalientes por la tubería del drenaje sanitario urbano, como por ejemplo aceite quemado automotor, parafina derretida o aceite quemado de cocina. Las tuberías plásticas se deformarían, perforarían y en el peor de los casos quedarían inservibles. Para desechar aceites y manteca se recomienda realizar un orificio en el suelo, preparar en él un compostaje a base de arena, viruta y aserrín y verter allí finalmente el líquido. Posteriormente tapar el orificio.

(6) No contaminemos visualmente nuestra ciudad con pasacalles, pendones, afiches en postes, paredes o frentes de las casas. Estos despliegues publicitarios incontrolados no solo afectan nuestra salud viso-mental, sino que a larga devienen en desperdicios y basuras que impactan negativamente el medio ambiente.

(7) Escuchemos música en nuestros hogares, sitios de trabajo o vehículos de forma moderada.  Cuando sobrepasamos la barrera humana permitida de decibeles para la audición, afectamos seriamente nuestra capacidad auditiva y la de los demás. La contaminación sónica es tan agresiva como otros tipos de contaminación anteriormente mencionados, solo que suele pasar desapercibida pese a ser tan bulliciosa.
(8)   Saquemos nuestras bolsas o talegos de basura los días establecidos para su recolección. Hagámonos responsables de nuestra propia basura hasta cuando se la hayan llevado. No permitamos que perros callejeros o habitantes de la calle la esparzan indiscriminadamente. Si ello llegara a ocurrir debemos reorganizarla y volverla a poner en su sitio.

(9) Cuando barramos nunca lo hagamos hacia la calle. Que la vía pública no sea la depositaria final de todo el polvo y los desperdicios de nuestra vivienda urbana. Barramos hacia nuestros patios, donde recogeremos y organizaremos finalmente lo barrido para efectos de su posterior recolección.

(10) Denunciemos ante las autoridades competentes a todas aquellas personas inescrupulosas que realizan necesidades fisiológicas en calles, parques y demás espacios públicos. El Código Nacional de Policía lo prohíbe de manera expresa. Con ello ganaremos parques y zonas verdes agradables para el juego y esparcimiento de nuestros niños y de nosotros mismos.

(11) Si tenemos mascotas en la casa (gatos o perros principalmente), tengámoslas debidamente vacunadas con su cartón de vacunas al día para evitar posibles epidemias. Cuando los saquemos hagamos uso de la correa. Saquémoslos igualmente con el bozal  si se trata de una raza peligrosa o agresiva (Fila Brasilero, Pitbull, Doberman, Rottweiler, entre otras). Nunca jamás los arrojemos a la calle, porque no solo agravarían un problema público sanitario que ya es delicado, sino que sería un acto de crueldad de parte nuestra. Nosotros somos la familia de nuestras mascotas y uno nunca arroja a la calle a un miembro de su propia familia.

(12) En los buses, busetas y colectivos cedamos siempre los puestos a las señoras en estado de embarazo, a los niños, a las personas de la tercera edad y a las personas discapacitadas o con minusvalía física. A la final los turistas y visitantes de nuestra bella
ciudad se quedarán asombrados de la arraigada cultura y decencia de todos los cereteanos.

(13) Cuando necesitemos del servicio de una entidad pública o privada, lleguemos con amabilidad y saludemos de la mejor manera a quien nos haya de atender. Una vez hayamos sido atendidos demos comedidamente las gracias. De esa forma tanto el cliente como la persona que nos atendió quedarán satisfechos. Que la cultura de la sonrisa y la amabilidad sean nuestra mejor carta de presentación.

(14) Nunca jamás seamos indiferentes ante el crimen o los ilícitos, porque un día pueden tocar a nuestra puerta. Denunciemos inmediatamente ante la Policía Nacional local  a ladrones, raponeros, pandilleros y expendedores de drogas entre otros.  Nuestros jóvenes y niños nos lo agradecerán enormemente porque todos disfrutaremos de familias, casas y barrios más seguros y sanos.

(15) Ahorremos al máximo los servicios públicos. Hagamos uso racional del agua y de la energía eléctrica porque pueden escasearse lo cual sería muy grave. Para evitarlo reutilicemos el agua jabonosa de la lavadora que puede emplearse para bajar la cisterna del baño con lo que ahorraremos seis litros de agua en cada descarga. Lavemos nuestro carro con balde, nunca con manguera porque con esta última el gasto de agua es considerablemente mayor. Apaguemos las luces innecesarias y no mantengamos encendidos al mismo tiempo el TV, el equipo de sonido y el computador. Los campos magnéticos de todos esos aparatos son considerablemente dañinos para nuestra salud física.


¿Difíciles de cumplir estos quince sencillos principios? Francamente creo que no, solo basta que tomemos la decisión de hacernos eco preservativos  y enseñemos a nuestros hijos a que lo sean.  ¡Manos a la obra cereteanos! A defender nuestro espacio público, nuestras calles y avenidas, nuestros parques y zonas verdes que son tan nuestros como el orgullo mismo de haber nacido en una de las ciudades más hermosas del Departamento de Córdoba, sin lugar a dudas la segunda en importancia después de Montería. Hagamos de Cereté un jardín para que a la larga se convierta en la capital ecológica, cívica y cultural de Córdoba, por derecho propio y de sus orgullosos habitantes. ¡Adelante!