SOL OMNIBUS LUCET

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domingo, 4 de enero de 2015

EL TÍO CONEJO Y EL TÍO TIGRE (Fábula)



EL TÍO CONEJO Y EL TÍO TIGRE [1]
(Fábula)

En un día de invierno feliz Tío Conejo
Se fue a la espesura en la selva a buscar.
Comida, siguiendo aquel sabio consejo
Que le dio Tío Mico, sabihondo, ejemplar.

Buscó zanahorias, buscó calabazas
Al fin dio en el suelo con rico manjar.
Hallóse corozos, feliz abundancia
En un gran racimo que lo hace babear.

Se va con su rico tesoro de frutos
Y bajo un arbusto sobre un terraplén.
Tritura la dura corteza, el maduro
Corozo le extrae en un santiamén.

Y traga y tritura, anhelante devora
El rico racimo con delectación.
Más no se imagina que justo a esa hora
Pasaba Tío Tigre, con hambre de león.

-        ¿Qué comes Conejo?  Le dice Tío Tigre
Me muero del hambre, yo quiero probar.
Las tripas me gruñen, no hallé codornices,
Ni Mico ni nada…. ¿qué das de tragar?

¡Conejo Celeste! -Se dice el tunante-
¿Y ahora yo qué hago, pues ya se acabó,
El dulce corozo? – Medita un instante
Solo queda uno… ¡Todo se arregló!

¡Hombre Tío Tigre! No hay nada que darte
Solo hay esta dulce y magnífica nuez…
Busqué mi alimento, febril en la tarde
Y al nada encontrar tuve un plan a mi vez.

Tomé mis corozos  y sobre esta piedra
Les di con un mazo y feliz encontré.
Un coco más dulce que frutas de hiedra
Del monte, comí y delicioso lo hallé.

¿Quieres tú probar lo que digo? ¡Es muy rico!
Ni el Mono ni el Mico comieron jamás.
El dulce manjar de mis dos corocicos,
Es coco endulzado y reblando a cual más.

Muy bien, dame quiero probar lo que dices
Que el hambre no espera… ¡Qué rico, es verdad!
¡Sutil, muy sabroso! No quiero perdices,
Quiero de ese coco en gentil variedad.

¡Me temo Tío Tigre que no hay más, lo siento!
Solo había dos nueces, todo se acabó.
Comí yo primero, te di mi alimento,
Mis pobres corozos, la miel terminó.

¡Espera Tío Tigre!... ¿qué tal si tú pones
Tu par de corozos, sabrosos aquí?
Y luego de abrirlos tú pruebas y comes
El coco que tienen adentro de sí.

¡Qué ricos serán!, imagina Tío Tigre
Si los míos son buenos, mayor lo serán.
Los tuyos, que son como mangos, festines
Los dos nos daremos… ¡ven, pon y tan tan!

El pobre Tío Tigre no ve la malicia
Que cruel acaricia el Conejo al pensar.
Y pone sus nueces cual manso cordero
Sobre el golpeadero, esperando el manjar.

Y baja Conejo la piedra con fuerza
Sobre los corozos del Tigre a una vez.
Retumba en el monte la rabia y fiereza
Del pobre Tío Tigre, con grito y traspiés.

Corre sudoroso, llora junto al río
Revuelca en el suelo su enorme dolor.
Maldice al Conejo… ¡Bellaco eres Tío!
¿Cómo fuiste a hacerme ese daño de horror?

Conejo corriendo se va a carcajadas,
Salta por el monte con tono burlón…
El Tigre se soba el dolor a horcajadas
Tendido en el suelo contra un gran horcón.

¡Maldito! – Se dice- siempre me las hace,
Pero esto no sigue pues ya se acabó.
La próximo cojo, lo mato y su carne
Será el alimento que se me escapó.

Y de esta manera fue como Conejo
Le hizo al Tío Tigre su negra maldad.
La próxima vez la felina venganza
Dará sin tardanza y con justa equidad…

Al fiero tunante la tunda esperada
Solo falta, empero, que el Tigre, sutil…
Urdir sepa artero la lívida trampa
Que acabe las chanzas del aquel tío cerril.

No dejes que el mundo te guíe con sus trampas,
En él solo existen codicia y maldad.
Sé cauto y prosigue con tiento tu andanza,
Lleva tu balanza con sabia verdad.

Nabonazar Cogollo Ayala
Enero 12 de 2006





[1] Fábula adaptada con base en una historia propia de la tradición oral cordobesa. El relato original me lo narró mi padre, Nabo Cogollo Guzmán, cuando yo tenía 9 años, es decir, en 1976, en Cereté (Córdoba). Esta es mi versión revisada y versificada para que la difundamos entre nuestros niños y jóvenes, para preservar las tradiciones culturales de nuestra tierra.

sábado, 3 de enero de 2015

SONETOS VARIOS DEDICADOS A CERETÉ


BANDERA TRICOLOR DEL MUNICIPIO DE CERETÉ, DISEÑADA EN 1986 POR EL ALCALDE DE LA ÉPOCA DR. FRANCISCO DE PAULA PINEDA GARCÍA, ADOPTADA HACIA EL MES DE OCTUBRE POR EL CONCEJO MUNICIPAL


BANDERA DEL MUNICIPIO DE CERETÉ
(Soneto)

Bandera cereteana... La memoria
Revive del ayer con añoranza…
El tiempo en que forjaron tu semblanza,
Nacida al margen mismo de la historia.

Con oro filigrana de la gloria
Del ámbito zenú, tu ser avanza.
Conquistas las alturas con templanza
¡Con blanco de alborada ejecutoria!

Tu verde esmeraldino de esperanza
Es límpida pastura en lontananza
Que traza un porvenir de heroico vuelo.

¡Cruzada sobre el pecho, con dulzura!
Te llevo como heráldica figura
De amor a mi terruño y a su suelo.

Nabonazar Cogollo Ayala
Junio 17 de 2012
El Yopal (Casanare)


IGLESIA SAN ANTONIO DE PADUA DE CERETÉ, DEPARTAMENTO DE CÓRDOBA
REPÚBLICA DE COLOMBIA. 2014

TEMPLO DE SAN ANTONIO DE PADUA
(Soneto)

La iglesia de mi tierra es imponente
Con líneas de apolínea arquitectura…
Se elevan cual agujas en la altura
Dos torres del neoclásico en su frente.

Vitrales con su aspecto iridiscente
Coronan de sus naves la hermosura,
A Cristo se le ve con su figura
Altivo como un sol resplandeciente.

El templo dedicado a San Antonio
Heráldico enemigo del demonio
Fue alzado en el lugar de vieja ermita…

El Padre de la Cruz Correa Romero
Lo alzó con entusiasmo y mucho esmero…
¡Su esfuerzo traspasó la historia escrita!
 Nabonazar Cogollo Ayala
2011
El Yopal (Casanare)

MURAL DEBIDO AL PINCEL DEL PINTOR CERETEANO WALDINO PATERNINA AMÍN, EN EL CUAL SE EXALTA A TRES GRANDES VALORES DE LA CIUDAD: EL COMPOSITOR DE MÚSICA POPULAR LUIS FELIPE "EL CABO" HERRÁN, EL DIRECTOR SINFÓNICO Y COMPOSITOR MAESTRO FRANCISCO "PACHO" ZUMAQUÉ Y EL PUGILISTA CÉSAR CANCHILA.

CERETÉ
(Soneto)
Canto tu nombre, tu fe, tu estandarte
Canto el risueño sabor que hay en ti…
Canto a tu gente y a aquel frenesí
Que grita al mundo… ¡No soy de otra parte!

Amo tu entraña materna. Al amarte
Siento que soy de ese limo de aquí…
Del caño Bugre en la orilla nací
Un día marché pero vengo a cantarte.

¡Tierra adorada de carimañolas
De gallinitas de barro en las olas,
De ese pasado que no olvidaré!

¡Tierra de bongas, de gaita y cumbiamba
Donde el fandango es la voz patizamba
Que grita al mundo feliz… ¡Cereté!

                                                                                      Nabonazar Cogollo Ayala
(El Yopal, Casanare. Junio 4 de 2012. A las 4:56 a.m.)



CENTRO CULTURAL RAÚL GÓMEZ JATTIN DE CERETÉ
CON SEDE RESTAURADA EN EL ANTIGUO EDIFICIO DEL MERCADO
MERCADO VIEJO DE CERETÉ
(Soneto)

Recuerdo que de niño me llevaba
Temprano mi buen padre a hacer mercado…
Miraba yo con aire embelesado
Aquella construcción de vieja aldaba.

Malsano era su ambiente… ¡Yo lo odiaba!
¡Olía a carne fresca y a pescado!
Recuerdo me aturdía el olor pesado
De vísceras que todo lo inundaba!

¡Pasaron muchos años! Todo pasa
Aquél bello edificio es hoy la casa
Donde el feliz poeta halló cobijo…

Al menos su recuerdo allí pervive
Raúl en sus pasillos hoy revive
¡La noble Cereté recoge al hijo!

Nabonazar Cogollo Ayala
Junio 12 de 2012
El Yopal (Casanare)

TRADICIONAL CALLE DEL COMERCIO DE CERETÉ - CÓRDOBA
AL FONDO SE ELEVA EL PALACIO MUNICIPAL
CALLE VIEJA DEL COMERCIO
(Soneto)

La Calle del Comercio fue una senda
Que la historia en su prolífico vaivén…
Convirtiera poco a poco en almacén,
Venta rica, droguería y variada tienda.

La dinámica del tiempo en su prebenda
La dotó de graderías a tutiplén…
La plomada niveló su terraplén
Convirtiéndola en colina y en trastienda.

En su cruce con la Calle del Progreso
Se hace plana y espaciosa en su receso,
Continúa con su amplitud hasta el final.

Llega al Parque de Nariño donde abraza
La glorieta principal. El Hotel Plaza
La saluda con su espíritu ancestral.

Nabonazar Cogollo Ayala
Junio 9 de 2012
(El Yopal – Casanare)
  

  


viernes, 2 de enero de 2015

¡CAÑA, CAÑA! (Crónica)

CAÑO BUGRE, UN BRAZO DEL RÍO SINÚ QUE PASA POR LA CIUDAD DE CERETÉ (CÓRDOBA) COLOMBIA
¡CAÑA, CAÑA!
(Crónica)
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

La multitud siempre hace lo mismo:
Aplaudir al que vence y ensañarse con el vencido

Juvenal

Había en el viejo mercado de Cereté hacia los años ochenta un curtido vendedor de guarapo que, aposentado tras un enorme barril cilíndrico de madera, llamaba la atención de los desprevenidos transeúntes con la vibrante expresión…

-¡Caña, caña!

Hombre recio y fornido, de piel oscura casi negra, que frisaría los 45 años o quizás más. Dueño de un envidiable vozarrón, el individuo paralizaba cuando se lo proponía, el tranquilo transcurrir de la vida en aquella esquina de la calle del mercado donde normalmente se ubicaba, cerca del almacén Madrid de la familia Fernández Tuirán. Solía suceder que cuando una muchacha bonita se aventuraba por aquellos lares, el pícaro vendedor dejaba entrever entonces los casquillos de oro de su enorme dentadura y en el preciso instante en que la chica pasaba frente a su improvisada venta de refresco, sacaba pecho y le espetaba a voz en cuello...

-Oiga joven, mire... la del calzón azul... ¡Vea... caña!

La interpelada volteaba instintivamente en busca de la fuente del sonoro llamado de atención y al tropezarse con el poco agraciado vendedor, bajaba avergonzada la cabeza en medio de repentino rubor, para escabullirse rápidamente entre la multitud. Mientras la cuadrilla de compañeros del cañero soltaba una andanada de estridentes carcajadas.

-¡Ajá!... ¡así es que se vende compae!.. Porque si usté no grita lo que tiene, ahí se le queda! ¡Pa´ alante  es pa´ allá!

Justificaba divertido el altisonante vendedor de guarapo, en medio de la algarabía que sus ocurrencias suscitaban. ¿Cómo se llamaba aquel individuo? Nunca lo supe. Pero lo cierto es que cada día por la tarde, después de la jornada académica del colegio, varios estudiantes íbamos donde el cañero para ingerir el refrescante producto de gusto dulzarrón con tendencia al sabor fuerte fermentado, propio del zumo de caña de varios días. Aquella bebida acompañaba de maravilla las carimañolas o las empanadas de huevo que ofrecía la fritanguera de enfrente, a orillas del caño Bugre. Con aquellos pocos bastimentos se entretenían los hambrientos estómagos mientras llegábamos a nuestras correspondientes casas a reponer energías.

Corría el año 1985 y el país recién acababa de salir de una reñida contienda electoral por la primera magistratura. El Partido Conservador había sido abatido luego de la azarosa gestión de Belisario Betancur Cuartas. El ingeniero civil y magnate petrolero Virgilio Barco Vargas –del Partido Liberal- se alzó con un triunfo arrollador dueño de una de las más altas votaciones en la historia electoral colombiana: poco más de cinco millones de votos. Aquel hecho había revuelto una vez más el hervidero político nacional, con sus correspondientes reflejos en la apacible y señorial Cereté.  Cualquier día en el mercado el consabido cañero protagonizaba la siguiente escena junto con sus compañeros de camarilla…

-¡Qué vaina tan mala que hubieran ganado los liberales! –

Le decía visiblemente acalorado uno de sus interlocutores

-¡Por el gobierno ese de Betancur fue que nos ganaron, pero ahora sí que nos jodimos!

-¡Ajá!... ¿Y por qué va a ser malo?... ¿quién te dijo a ti eso? ¡Este era el momento que estábamos esperando los liberales pa´ coger las riendas de la administración!

Replicó el dicharachero vendedor de caña, quien respondía al grupo de tertuliadores sin dejar de expender su producto a los numerosos compradores que lo asediaban.

-¿Ah que tú eres liberal, vende caña?
-¡Hasta la cacha compae!... ¡caña, caña!
-¡De haberlo sabido yo no te hubiera comprado esa vaina!... ¡El vende caña es liberal!... ¡oigan eso! ¡Maldinga la gata!

Y ante esta repentina noticia los tertuliadores apostados en la esquina de la calle arremetieron a insultos e improperios contra el vendedor; la mayoría de ellos en son de broma y uno que otro ya francamente pasado de tono...

-¡Mierda ese man es pastelero!... ahora que dizque liberal... ¡No sea tan sapo, hombre!

Los chistes hirientes se multiplicaron, hasta el punto que casi apagaron el vozarrón del humilde vendedor de guarapo. Éste de repente se vio rodeado de personas que le decían una cosa y otra, con el evidente ánimo de hacerlo cambiar de postura; lo cual al parecer no iba a ser posible dadas las sólidas convicciones políticas del hombre. Repentinamente el cañero salió de entre aquella turbamulta y se ubicó en un lugar vacío de la calle del mercado, donde algunos curiosos habían abierto espontáneamente un lugar, en vista de los bulliciosos visos que la discusión había adquirido. Dueño de la situación por un instante el cañero se paró en aquel llanito, cucharón en mano, para espetarle al grupo de contradictores…

-¡Yo no sé!... ¡lo único que sé es que Barco está arriba y más ná´!... ¡Está arriba en la silla!... ¡Eso es lo único que yo sé! ¡A mí no me vengan con jodías!

Ante esta salida desesperada del hombre, prorrumpieron en burlescas risotadas los querellantes, uno de los cuales, asumiendo la vocería del grupo, le dijo...

-¿Ahh con que está arriba?... ¡No vendas guarapo pa´  ve´  si Barco te va a venir a sacá  de pobre, marica! Ja ja ja

La punzante ironía del apunte redobló las carcajadas entre los presentes, quienes festejaron con grandes aspavientos el comentario con el que se dirimía la disputa de una vez por todas. El vendedor ahogado en su propia risa contribuyó a festejar el chiste a sus costillas.

-¡Malhaya sea cañero!... te barrieron.... Ja ja

Comentaba uno de los circunstantes de ocasión que se había quedado unos minutos a ver en qué paraba la discusión.  Reubicado tras su tradicional barril de guarapo, el hombre prosiguió su expendio mientras el alegre grupo de discutidores políticos se alejaba, celebrando entre ruidosa algazara, el triunfo verbal obtenido sobre aquel hombre que devengaba su sustento diario de la sencilla venta del provincial refresco, tan propio de nuestra tierra como los rojizos atardeceres del Sinú.
Madrid (Cundinamarca)
2005
ATARDECER IDÍLICO EN EL VALLE DEL SINÚ (COLOMBIA)

jueves, 1 de enero de 2015

LA FIESTA EN EL CIELO (Fábula)


LA FIESTA EN EL CIELO[1]
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

(Fábula)

Hubo un día una fiesta en el cielo
Y del mundo del norte hasta el sur.
Animales de mil y mil clases
Remontaron los altos lugares
Y vistieron sus prendas de tul.

Tío Gochó con Gochoa su señora
Elegantes con manto y tacón.
Y con cresta de blancas auroras
Encargaron su cría a la patrona
Y se fueron cantando su son.

Detrás de ellos Chau Chau que se viste
Con magnífico azul de satín.
Se llenaba los buches de alpiste
Y cual viento que brisas embiste
Voló raudo hacia el alto confín.

Guacharaca, la que arma relajo
Con su escándalo, vuela a cual más.
Y su cresta de rojo encarnado
Da presencia al gracioso avistrajo
Que repite ¡bailar al compás!

Tía Cotorra acicala sus plumas,
Las de verde esmeralda y olán.
Y su canto que imita las brumas
De las aguas, resuena en la altura
Como un barco de fiel capitán.

Y volando se van uno a uno
Gallinazo, Paloma y Perdiz.
¿Y quién lleva a volar al que sólo
Caminando en la tierra es un soplo
Sobre el polvo en el suelo infeliz?

¿Quién le da un chancecito a Tortuga,
A Conejo, a Culebra, a Ratón?
¿Cómo sube hacia el cielo que otea
Sobre el mundo, la pobre Hicotea
Que en el suelo es rastrero toncón?

¡No hay problema!.. Entre todos los llevan
Hasta a Sapo que es fiero y gritón.
¡Él se cuelga de Pavo, que vuela
Y del moco que al viento es estela
Va colgando contento el bocón!

Las palomas bien juntas remontan
Cual enjambre de abejas, al sol.
Y subiendo una hamaca gigante
Dan el chance a Conejo, aquel diantre
Al que Tigre le guarda rencor.

Y así todos subiendo consiguen
A las puertas del cielo llegar.
Y San Pedro feliz los recibe
Da su beso a las tías y prohíbe
A los tíos, del trago abusar.

Más llegó tempranito la banda
Pelayera vibrante al cantar.
Con trompetas que al viento resuenan,
Bombardinos que anuncian lo buena
Que la fiesta en el cielo va a estar.

Al caer de la tarde dio inicio
El fandango en la rueda ejemplar.
Las parejas con amplias polleras
Abanican la gris humareda
Que la vela tributa al bailar.

Guapirreo, tacón, gaita y canto
Amenizan la alegre reunión.
Mientras rasga los aires, contento
Con su canto de fuertes acentos
El tío Gallo con su vozarrón.

Todo marcha muy bien y San Pedro
Jubiloso se encuentra al mirar.
Que la fiesta en el cielo es grandiosa,
Que no hay gresca, pelea bochornosa
Ni conflicto en el santo lugar.

Sin embargo hay un hecho que asusta
A la gente en la amena reunión.
Gritó el Gallo… ¡Ya el ron se termina!
¡Mala vaina!... en la vieja cocina
Se acabó la feliz provisión.

¡Qué desgracia!  dijeron en coro
Las parejas en torno al cantor.
¡Calle banda!.. Sin trago no hay fiesta
¡Recojamos dinero y la cuesta
De regreso recorra un bribón!

Hasta el suelo y que compre en la tienda
Una caja de ron… ¡el mejor!
¡Pero rápido vaya quien quiera
Que la fiesta se acaba en la estera!
¡Combustible es el dulce licor!

¿Quién lo compra?... Pregunta Tío Gallo
A la gente que ve alrededor.
¡Nadie quiere! Ya todos se excusan
Tía Paloma su plumas expurga
No va Gallo, tampoco Ratón.

Nadie quiere y a nadie se obliga
¡Qué pesar! Se acabó el bailotear.
Dijo Tigre que abriendo la cueva
De sus grandes quijadas bosteza
Mientras muestra colmillo y molar.

¡Un momento!... yo salvo la fiesta
¡Denme todos el costo y me voy
A comprarles el ron sin tardanza!
Siempre y cuando me lleve Torcaza
En su espalda, dijo Morrocoy.

¡Yo te llevo!.. Dijo Tía Paloma
Con mohín de disgusto y horror.
¡Ven y sube!... me voy al cemento
Y de lo alto, con tino y acierto
Te encaramas desde el corredor.

Dicho y hecho le dieron dinero
Rapidito se fue Morrocoy.
Pasó un día, otro más y el tercero
Sin saberse qué fue mandadero
¡Qué pasó con la plata y el ron!

Se llegó el cuarto día, quinto y sexto
Todo el mundo en el cielo de azul.
Se mostraba furioso, no había
Fiesta, trago… La melancolía
Se sentía cual pesado baúl.

Una tarde reunidos estaban
Bostezando en el amplio salón.
Y empezaron a hablar con fiereza
Contra el fiel mandadero y empieza
El Tío Gallo… ¡Esto huele a traición!

¡Sí que huele!  -contesta Tío Sapo-
El vergajo del tal Morrocoy…
Hizo creer que iba a hacer el mandado
¡Y quién sabe dónde enguayabado
Estará con la plata del ron!

¡Maldecido el Morroco, lo mato!
-Dijo Pato graznando la voz-
¡Yo también!... ¡Yo te ayudo!  -Dijeron
La Tía Iguana junto a Tío Carnero
Rastrillando con rabia el salón-.

¡Yo lo quemo! ¡Lo lincho! corearon
Tío Conejo y Tío Tigre que al fin.
Entre tanto esperar se amistaron
Y sus odios de antaño olvidaron
Y se unieron al fiero motín.

Mientras tanto volteado impotente
Sobre el casco el pobre Morrocoy…
Se esforzaba por darse la vuelta,
Con patadas, con miles revueltas…
¡Todo en vano!... hasta el día de hoy.

¿Qué pasó? Tía Paloma, mezquina
Dijo así ¡Te la haré, ya verás!
Y en postura que el mal dictamina,
Bajo aquel corredor va y se quita
Cuando quiere Morroco trepar.

Morrocoy cae y se estrella estridente
Se golpea con rudo traspiés.
Rueda varios peldaños abajo,
Al zaguán y con miles trabajos
Bota plata y queda de revés.

Cuando escucha todo lo que dicen
Sus amigos allá en la reunión.
Con esfuerzo febril, sobrehumano
Y formando corneta con manos
Va y les grita… ¡yo así ya no voy!

¿Cómo así que me insultan y ultrajan?
¡Dicen todos que soy un ladrón!
¡Y no ven que caí de las faldas
De Paloma y quedé fue de espaldas
Al caerme desde el corredor!

Cuando todos lo escuchan, revientan
Carcajadas como un batallón.
Mientras van y bien raudo voltean
A Morroco y le dicen ¡No Creas!
¡Era embuste! Anda ve por el ron.

Llega el ron y prosigue la fiesta
¡Y qué fiesta! ¡Más buena no hay!
Se acabó y todo el mundo decía
Pobrecito era que no podía
Morrocoy, darse vuelta y andar.

Nunca creas en la fiel apariencia
Aunque fiel,  puede serte falaz.
Guía tu juicio más bien por las causas
Verdaderas,  que dan pie a desgracias…
¡Sé prudente, no seas lenguaraz!


Enero 6 de 2006








[1] Fábula adaptada de una historia infantil tradicional de los departamentos de Córdoba y Sucre, Colombia. Esta fábula en su versión popular me la refirió mi padre cuando yo era niño, en mi natal Cereté (Córdoba); hoy la ofrezco en mi propia versión rimada y revisada, para que mis coterráneos la degusten y la enseñen a sus hijos, como una forma de preservar nuestro legado histórico, cultural y espiritual.