(Fábula)
En un día de invierno feliz Tío Conejo
Se fue a la espesura en la selva a buscar.
Comida, siguiendo aquel sabio consejo
Que le dio Tío Mico, sabihondo, ejemplar.
Buscó zanahorias, buscó calabazas
Al fin dio en el suelo con rico manjar.
Hallóse corozos, feliz abundancia
En un gran racimo que lo hace babear.
Se va con su rico tesoro de frutos
Y bajo un arbusto sobre un terraplén.
Tritura la dura corteza, el maduro
Corozo le extrae en un santiamén.
Y traga y tritura, anhelante devora
El rico racimo con delectación.
Más no se imagina que justo a esa hora
Pasaba Tío Tigre, con hambre de león.
-
¿Qué comes Conejo? Le dice Tío Tigre
Me muero del hambre, yo quiero probar.
Las tripas me gruñen, no hallé codornices,
Ni Mico ni nada…. ¿qué das de tragar?
¡Conejo Celeste! -Se dice
el tunante-
¿Y ahora yo qué hago, pues ya se acabó,
El dulce corozo? – Medita un
instante
Solo queda uno… ¡Todo se arregló!
¡Hombre Tío Tigre! No hay nada que darte
Solo hay esta dulce y magnífica nuez…
Busqué mi alimento, febril en la tarde
Y al nada encontrar tuve un plan a mi vez.
Tomé mis corozos
y sobre esta piedra
Les di con un mazo y feliz encontré.
Un coco más dulce que frutas de hiedra
Del monte, comí y delicioso lo hallé.
¿Quieres tú probar lo que digo? ¡Es muy rico!
Ni el Mono ni el Mico comieron jamás.
El dulce manjar de mis dos corocicos,
Es coco endulzado y reblando a cual más.
Muy bien, dame quiero probar lo que dices
Que el hambre no espera… ¡Qué rico, es verdad!
¡Sutil, muy sabroso! No quiero perdices,
Quiero de ese coco en gentil variedad.
¡Me temo Tío Tigre que no hay más, lo siento!
Solo había dos nueces, todo se acabó.
Comí yo primero, te di mi alimento,
Mis pobres corozos, la miel terminó.
¡Espera Tío Tigre!... ¿qué tal si tú pones
Tu par de corozos, sabrosos aquí?
Y luego de abrirlos tú pruebas y comes
El coco que tienen adentro de sí.
¡Qué ricos serán!, imagina Tío Tigre
Si los míos son buenos, mayor lo serán.
Los tuyos, que son como mangos, festines
Los dos nos daremos… ¡ven, pon y tan tan!
El pobre Tío Tigre no ve la malicia
Que cruel acaricia el Conejo al pensar.
Y pone sus nueces cual manso cordero
Sobre el golpeadero, esperando el manjar.
Y baja Conejo la piedra con fuerza
Sobre los corozos del Tigre a una vez.
Retumba en el monte la rabia y fiereza
Del pobre Tío Tigre, con grito y traspiés.
Corre sudoroso, llora junto al río
Revuelca en el suelo su enorme dolor.
Maldice al Conejo… ¡Bellaco eres
Tío!
¿Cómo fuiste a hacerme ese daño de horror?
Conejo corriendo se va a carcajadas,
Salta por el monte con tono burlón…
El Tigre se soba el dolor a horcajadas
Tendido en el suelo contra un gran horcón.
¡Maldito! – Se dice- siempre me las hace,
Pero esto no sigue pues ya se acabó.
La próximo cojo, lo mato y su carne
Será el alimento que se me escapó.
Y de esta manera fue como Conejo
Le hizo al Tío Tigre su negra maldad.
La próxima vez la felina venganza
Dará sin tardanza y con justa equidad…
Al fiero tunante la tunda esperada
Solo falta, empero, que el Tigre, sutil…
Urdir sepa artero la lívida trampa
Que acabe las chanzas del aquel tío cerril.
No dejes que el mundo te guíe con sus trampas,
En él solo existen codicia y maldad.
Sé cauto y prosigue con tiento tu andanza,
Lleva tu balanza con sabia verdad.
Nabonazar Cogollo Ayala
Enero 12 de 2006
[1] Fábula adaptada con base
en una historia propia de la tradición oral cordobesa. El relato original me lo
narró mi padre, Nabo Cogollo Guzmán, cuando yo tenía 9 años, es decir, en 1976,
en Cereté (Córdoba). Esta es mi versión revisada y versificada para que la
difundamos entre nuestros niños y jóvenes, para preservar las tradiciones
culturales de nuestra tierra.