CAÑO BUGRE, UN BRAZO DEL RÍO SINÚ QUE PASA POR LA CIUDAD DE CERETÉ (CÓRDOBA) COLOMBIA |
¡CAÑA,
CAÑA!
(Crónica)
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
La multitud siempre hace lo mismo:
Aplaudir al que vence y ensañarse con el vencido
Juvenal
Había en el viejo mercado de Cereté hacia los
años ochenta un curtido vendedor de guarapo que, aposentado tras un enorme
barril cilíndrico de madera, llamaba la atención de los desprevenidos transeúntes
con la vibrante expresión…
-¡Caña,
caña!
Hombre recio y fornido, de piel oscura casi
negra, que frisaría los 45 años o quizás más. Dueño de un envidiable vozarrón,
el individuo paralizaba cuando se lo proponía, el tranquilo transcurrir de la
vida en aquella esquina de la calle del mercado donde normalmente se ubicaba,
cerca del almacén Madrid de la
familia Fernández Tuirán. Solía suceder que cuando una muchacha bonita se aventuraba por
aquellos lares, el pícaro vendedor dejaba entrever entonces los casquillos de
oro de su enorme dentadura y en el preciso instante en que la chica pasaba
frente a su improvisada venta de refresco, sacaba pecho y le espetaba a voz en
cuello...
-Oiga
joven, mire... la del calzón azul... ¡Vea... caña!
La interpelada volteaba instintivamente en
busca de la fuente del sonoro llamado de atención y al tropezarse con el poco
agraciado vendedor, bajaba avergonzada la cabeza en medio de repentino rubor,
para escabullirse rápidamente entre la multitud. Mientras la cuadrilla de
compañeros del cañero soltaba una andanada de estridentes carcajadas.
-¡Ajá!...
¡así es que se vende compae!.. Porque si usté no grita lo que tiene, ahí se le
queda! ¡Pa´ alante es pa´ allá!
Justificaba divertido el altisonante vendedor
de guarapo, en medio de la algarabía que sus ocurrencias suscitaban. ¿Cómo se
llamaba aquel individuo? Nunca lo supe. Pero lo cierto es que cada día por la
tarde, después de la jornada académica del colegio, varios estudiantes íbamos
donde el cañero para ingerir el refrescante producto de gusto dulzarrón con
tendencia al sabor fuerte fermentado, propio del zumo de caña de varios días.
Aquella bebida acompañaba de maravilla las carimañolas o las empanadas de huevo
que ofrecía la fritanguera de enfrente, a orillas del caño Bugre. Con aquellos
pocos bastimentos se entretenían los hambrientos estómagos mientras llegábamos
a nuestras correspondientes casas a reponer energías.
Corría el año 1985 y el país recién acababa
de salir de una reñida contienda electoral por la primera magistratura. El Partido Conservador había sido
abatido luego de la azarosa gestión de Belisario Betancur Cuartas. El ingeniero
civil y magnate petrolero Virgilio Barco Vargas del Partido Liberal- se alzó con un triunfo arrollador dueño de una de
las más altas votaciones en la historia electoral colombiana: poco más de cinco
millones de votos. Aquel hecho había revuelto una vez más el hervidero político
nacional, con sus correspondientes reflejos en la apacible y señorial Cereté. Cualquier día en el mercado el consabido
cañero protagonizaba la siguiente escena junto con sus compañeros de camarilla…
-¡Qué
vaina tan mala que hubieran ganado los liberales!
Le decía visiblemente acalorado uno de sus
interlocutores
-¡Por
el gobierno ese de Betancur fue que nos ganaron, pero ahora sí que nos jodimos!
-¡Ajá!...
¿Y por qué va a ser malo?... ¿quién te dijo a ti eso? ¡Este era el momento que
estábamos esperando los liberales pa´ coger las riendas de la administración!
Replicó el dicharachero vendedor de caña,
quien respondía al grupo de tertuliadores sin dejar de expender su producto a
los numerosos compradores que lo asediaban.
-¿Ah
que tú eres liberal, vende caña?
-¡Hasta
la cacha compae!... ¡caña, caña!
-¡De
haberlo sabido yo no te hubiera comprado esa vaina!... ¡El vende caña es
liberal!... ¡oigan eso! ¡Maldinga la gata!
Y ante esta repentina noticia los
tertuliadores apostados en la esquina de la calle arremetieron a insultos e
improperios contra el vendedor; la mayoría de ellos en son de broma y uno que
otro ya francamente pasado de tono...
-¡Mierda
ese man es pastelero!... ahora que dizque liberal... ¡No sea tan sapo, hombre!
Los chistes hirientes se multiplicaron, hasta
el punto que casi apagaron el vozarrón del humilde vendedor de guarapo. Éste de
repente se vio rodeado de personas que le decían una cosa y otra, con el
evidente ánimo de hacerlo cambiar de postura; lo cual al parecer no iba a ser
posible dadas las sólidas convicciones políticas del hombre. Repentinamente el
cañero salió de entre aquella turbamulta y se ubicó en un lugar vacío de la
calle del mercado, donde algunos curiosos habían abierto espontáneamente un
lugar, en vista de los bulliciosos visos que la discusión había adquirido.
Dueño de la situación por un instante el cañero se paró en aquel llanito,
cucharón en mano, para espetarle al grupo de contradictores…
-¡Yo no
sé!... ¡lo único que sé es que Barco está arriba y más ná´!... ¡Está arriba en
la silla!... ¡Eso es lo único que yo sé! ¡A mí no me vengan con jodías!
Ante esta salida desesperada del hombre,
prorrumpieron en burlescas risotadas los querellantes, uno de los cuales, asumiendo
la vocería del grupo, le dijo...
-¿Ahh
con que está arriba?... ¡No vendas guarapo pa´
ve´ si Barco te va a venir a sacá
de pobre, marica! Ja ja ja
La punzante ironía del apunte redobló las
carcajadas entre los presentes, quienes festejaron con grandes aspavientos el
comentario con el que se dirimía la disputa de una vez por todas. El vendedor
ahogado en su propia risa contribuyó a festejar el chiste a sus costillas.
-¡Malhaya
sea cañero!... te barrieron.... Ja ja
Comentaba uno de los circunstantes de ocasión
que se había quedado unos minutos a ver en qué paraba la discusión. Reubicado tras su tradicional barril de
guarapo, el hombre prosiguió su expendio mientras el alegre grupo de
discutidores políticos se alejaba, celebrando entre ruidosa algazara, el
triunfo verbal obtenido sobre aquel hombre que devengaba su sustento diario de
la sencilla venta del provincial refresco, tan propio de nuestra tierra como
los rojizos atardeceres del Sinú.
Madrid
(Cundinamarca)
2005
ATARDECER IDÍLICO EN EL VALLE DEL SINÚ (COLOMBIA) |
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