SOL OMNIBUS LUCET

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jueves, 29 de enero de 2015

EN TORNO A LA VIRGEN DE LA CANDELARIA...

MULTITUDINARIA PEREGRINACIÓN EN CERETÉ (CÓRDOBA) DE LA VIRGEN DE FÁTIMA REINA DE LA PAZ, CUANDO NUESTRA CIUDAD AUN PERTENECÍA AL DEPARTAMENTO DE BOLÍVAR. ES PROBABLE QUE HAYA SIDO ENTRE 1949 O 1950, APROX.  LA VISTOSA CARROZA LLEVABA LA IMAGEN DE FÁTIMA ENCIMA DE UNA ALEGÓRICA PALOMA BLANCA. LA CARROZA FUE OBRA DEL ARTESANO PEDRO MARTÍNEZ. ESTE ES UN FOTOGRAMA TOMADO DE UNA GRABACIÓN MUDA EN CÁMARA KODAK DE 8 MM REALIZADA POR HÉCTOR ESPINOSA VELLOJÍN.

En torno a la Virgen de la Candelaria…
Por:  Nabonazar Cogollo Ayala

Arrancaron las consabidas y tradicionales fiestas en honor de Nuestra Señora de la Candelaria, en la Capital del Oro Blanco. Es altamente gratificante constatar cómo la misma advocación religiosa es estruendosamente celebrada desde tiempos inmemoriales, tanto en Cartagena de Indias como en la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Magangué, lo que pone de relieve una vez más nuestro sólido vínculo cultural e histórico con el Antiguo Bolívar, del cual nos emancipamos en el año de 1952, cuando fuera creado el Departamento de Córdoba, en cumplimiento de la ley novena de 1951.  Dicha ley entró en vigencia seis meses más tarde, exactamente el 18 de junio de 1952, fecha emblemática para todos los cordobeses que vieron así cristalizado un viejo anhelo de emancipación y autodeterminación local, ante la pereza y el desgreño administrativo de la lejana e indiferente Cartagena.  

No deja de resultar extraño y quizás paradójico que mientras los cereteanos celebramos las fiestas en honor de la Virgen de las Candelas, nuestro patrono eclesiástico sea San Antonio de Padua. Se da un caso de superposición hagiográfica, esto es: una patrona eclesiástica de hecho y un patrono de derecho. Esto lo que da a entender es que pervive un culto ancestral legendario en torno a una deidad femenina, aun cuando posteriormente los sacerdotes jesuitas de la misión que fundara definitivamente a Cereté (ca. 1721), pretendieron introducir el culto al santo portugués, con un éxito muy relativo. (Sin embargo no es  gratuito que una de las calles más antiguas de Cereté se llame San Antonio).

Recordemos, por ejemplo, que la legendaria pintura de la Virgen de las Candelas que se venera en Magangué (Bolívar), es identificada por los aborígenes locales que aún van a visitarla en romería cada año, con Thi, la diosa Zenú que simbolizaba a la luna. Según la mitología  Zenú y Malibú, la diosa Thi se enfrentaba en reñida lucha, cada dos o tres años, con el espíritu destructor del Carimaño (nombre zenú del río Magdalena), al cual lograba dominar y pisar bajo sus pies en actitud sumisa de derrota. Recordemos que los zenúes eran matrilineales, lo cual los conecta de alguna manera con los Muiscas del altiplano. Esto plantea un curioso contraste entre las fuerzas de la luna (femeninas) y la de las aguas periódicamente desbocadas del gran río y sus afluentes tributarios (masculinas).

¿Cuál era el demonio que cada dos o tres años pisaba la diosa y que cuando se escapaba, ocasionaba inundaciones y desastres naturales? Un sonrosado angelito o querubín, enmarcado con dos alitas de oro, a los pies de la virgen, sobre una estilizada luna llena de plata, entre dos luceros punteros. La piel de dicha imagen de la Virgen de la Candelaria es de color pardo – cobrizo oscuro. Es decir, es muy morena, lo que la asimilaba racialmente a los indígenas ribereños. ¿Casualidad o detalle estético deliberado, de parte del desconocido pintor colonial que creó la imagen? Resulta difícil de creer que se trate de una casualidad: esa Virgen de la Candelaria presenta demasiadas afinidades con el pueblo Zenú, aunque hará falta demostrarlo más a fondo y con mayores elementos de juicio. De otra parte es igualmente cierto que en la iconografía del santoral católico tradicional, se representa a la Virgen de la Candelaria con la piel morena, razón por la cual en algunas partes del mundo hispanoparlante católico, la llaman cariñosamente: “la negrita”.

¿Imaginación indígena desbocada, identificar a Thi con la Virgen de la Candelaria? En absoluto. Con base en un criterio antropológico podemos decir que se trata de un caso de sincretismo religioso. Los dominados indígenas ribereños: zenúes, malibués y chimilas entre tantos otros, veían en la iconografía católica a sus ancestrales dioses precolombinos, sin que ello pudiera ser evitado por los frailes misioneros españoles, quienes morían engañados, creyendo que finalmente habían logrado convertir al cristianismo a los irreductibles indígenas. Casos similares se dieron en San Benito Abad (Sucre) con el famoso Cristo de la Villa y la Virgen de Nuestra Señora del Rosario, en Valledupar (Cesar), idolatrada por Motilones y Chimilas hasta el delirio, aun hoy en día.

Nuestro ancestral Cereté fue un asiento zenú, en el cual gobernaba la legendaria cacica Tay (que podría significar “hija de la luna”) hacia el siglo XVI. Los centros poblacionales zenúes gobernados por cacicas, eran muy respetados y se constituían en unidades de acopio y abastecimiento de víveres y granos secos para tiempos difíciles, bien de sequía o bien de inundación, como ya alguna vez lo refería en una columna anterior. ¿Por qué no existe en nuestro municipio una imagen autóctona de la Virgen de la Candelaria? De tiempos ya lejanos recuerdo que cuando el padre José Correa (entre los años 1970 – 1980) organizaba la Procesión de la Virgen de la Candelaria, se cargaba en andas la imagen de Nuestra Señora de Fátima o bien, la de Nuestra Señora del Carmen, que exhibía sendos escapularios, bastante vistosos por cierto. Es probable que la imagen primitiva de Nuestra Señora de la Candelaria de Cereté haya sido destruida o cambiada de parroquia, para  obligar a los moradores locales a que reemplazaran su culto por el de San Antonio. ¿A qué pudo deberse el hecho del cambio de patrono eclesiástico? Indudablemente a la Ley Sálica. Cuando los Borbones (franceses) reemplazaron a los Habsburgos (austríacos) en el trono de España y las colonias, los nuevos reyes de España empezaron a implantar el principio según el cual el Estado debía ser gobernado enteramente por hombres, nunca por mujeres (1713). Ello arrojó como consecuencia directa para la historia colonial de Cereté, que a aquella legendaria matrona española, Doña Francisca Baptista de Bohórquez, quien fuera titular de la gigantesca encomienda llamada las Zapalerías del Bugre, en cuyo término territorial se hallaran los actuales municipios de Cereté y Ciénaga de Oro; le fueran arrebatados estos territorios por orden expresa del Cabildo de la Villa de Santiago de Tolú. ¿Alguna vez pertenecimos a la jurisdicción territorial de Tolú? Sí señor, en las primeras décadas después de fundada aquella ciudad, hasta bien entrado el siglo XVII.

Los cereteanos estamos en mora de escarbar la historia hasta sus cimientos, para buscar mayores datos sobre esa aguerrida mujer española que contribuyó a la civilización de estas tierras, otrora zenúes y a la cristianización de los primitivos habitantes de Cereté, con quienes -se cree- sostuvo muy buenas relaciones, por cuanto respetaba sus costumbres y aun aprendería de ellos técnicas ancestrales de cultivo de la tierra, de quema y tala. Bien la podemos considerar como la heroína cereteana por excelencia, defensora de los derechos de los indígenas sobre los abusos de los conquistadores y defensora, además, de los derechos de la mujer, en una época marcadamente machista. Es altamente probable que haya sido Doña Francisca quien introdujera entre los primeros habitantes de la futura Cereté el culto a la Virgen de la Candelaria, que los indios contemporizaron con Thi, por lo cual las relaciones entre encomendera y encomendados se mantuvieron siempre en óptimo nivel. Fue el único caso de una mujer en América que ostentara el doble titulo de Encomendera y Conquistadora.

Vuelven una vez más las Fiestas de la Candelaria, con su enorme carga de recuerdos, de motivaciones históricas y de profundas repercusiones telúricas que tocan la fibra más secreta de nuestra idiosincrasia como cereteanos, como sinuanos y como cordobeses.  Aspiro personalmente visitar algún día el Archivo General de Indias, en Sevilla (España), en donde reposan, a buen seguro, los documentos y efectos legales que giraron en torno a la fundación de nuestro amado Cereté. Actualmente es poco lo que se sabe que cuente a ciencia cierta con el debido respaldo documental histórico respecto de nuestra amada tierra. En su lugar solo hay una fuerte tradición oral que pasa de padres a hijos y que nos habla del cacique Té, de la cacica Tay y de Francisca Baptista de Bohórquez, entre otros tantos hitos historiográficos locales.  ¡Cereté bien lo vale, conciudadanos! Rescatemos en el pasado nuestra memoria histórica, para afianzar nuestro presente y proyectar de una mejor y más clara manera nuestro futuro.  Por el momento pidámosle a la Virgen de la Candelaria que nos ilumine y guíe, que nos arrope con su manto protector y que sea la luz de ese maravilloso lucero de la esperanza que resignifica y da sentido a nuestra existencia.

2011
PROCESIÓN EN CERETÉ (CÓRDOBA) EL 16 DE JULIO DE 2014 EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL MONTE CARMELO (LA VIRGEN DEL CARMEN).

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