SOL OMNIBUS LUCET

SOL OMNIBUS LUCET

sábado, 7 de marzo de 2015

VIEJOS MITOS Y LEYENDAS EN TORNO A LA SEMANA SANTA SINUANA (Crónica)


VIEJOS MITOS Y  LEYENDAS EN TORNO A LA SEMANA SANTA SINUANA
(Crónica)
Por: Nabonazar Cogollo Ayala
 
BLAS ARCADIO MERCADO SUÁREZ
Narratólogo natural y espontáneo, oriundo de la vereda de San Antonio del Táchira (Ciénaga de Oro), radicado en la zona rural de Cereté (Córdoba) en la década del sesenta.
Cereteano por adopción. En la actualidad cuenta con 60 años y vive en la vereda de Los cañitos, rodeado por sus 2 hijas y varios nietos.


Había en la casa vieja de mis padres un trabajador cuyo nombre era Blas Arcadio Mercado Suárez, oriundo de una vereda de Ciénaga de Oro llamada
San Antonio del Táchira. Blacho Merca –como lo acostumbrábamos llamar cariñosamente en la casa, llegó a la finca de mis padres siendo él apenas un adolescente, hacia 1964 o 1965 quizás. Yo aún no había nacido. Los años le pasaron en nuestra finca, cuando yo tuve conciencia suficiente como para recordarlo ya él había franqueado el umbral de los treinta años. En la vereda de Los Cañitos (Cereté) consiguió esposa, Rosa Pérez, con quien tuvo tres hijos. Al parecer Blas jamás regresó a su natal San Antonio.  Siendo yo apenas un niño, entre diez o doce años recuerdo los abundantes mitos y leyendas que la mente privilegiada de Blas me contaba a propósito de la Semana Santa o Semana Mayor. El día Viernes Santo yo le preguntaba, entre divertido y curioso…

-¡Blas! ¿Qué va a pasar el día de hoy?

Asumiendo una postura de docta suficiencia me respondía…

-Hoy a medio día a la mata de Escobilla le sale un carbón en la pata (es decir en la raíz). A los palos de mango les salen las Higas…

Estas últimas eran una especie de abultamiento repentino que salía entre la corteza del árbol y la madera. Abultamiento este que se extraía rápidamente con un cuchillo para descubrir una curiosa pelotica hecha de madera. ¡Ciertamente se trataba de un prodigio! Alguna vez tuve la oportunidad de sacar una yo mismo. Continuaba Blas Mercado su relato…

Esta noche -Viernes Santo- a las doce de la noche los goleros cantan (es decir los gallinazos) y cae en el suelo la flor del higuerón. Un hombre animoso que la quiera, tiene que levantarse antecitos de la media noche y extender debajo del palo del higuerón una sábana blanca. Luego tiene que sentarse en una de las cuatro esquinas del lienzo con las piernas en cruz -en postura de flor de loto como dirían los budistas en el Oriente-. Ahí hacia el punto de las doce de la media noche, le saldrá un hombre negro con una voz cavernosa como de trueno y ojos encendidos como dos brasas, que le dirá lo siguiente…

-¡Ya tú sabes quién soy yo! ¡Si estás aquí es porque algo quieres conmigo! ¡Si no, no hubieras venido!  ¿Pa´ qué quieres la Flor del Higuerón? ¡Tienes que decirme para qué la quieres y demostrarme que eres merecedor de ella!

El hombre no tiene que tenerle miedo y no darle nunca la espalda al Diablo, porque se lo come. Debe esconder entre la mano derecha un escapulario bendito por el cura del pueblo, para defenderse del Príncipe de las Tinieblas, porque si le da lado, se llamaba,  –Decía Blas entre grandes aspavientos-.  El hombre entonces le dice…

-¡Yo quiero la Flor del Higuerón pa´ peliá! ¡Pa´ que ningún hombre me gane peleando a los puños!
-¡Muy bien! Allí la tienes…

Acto seguido en el centro de la blanca sábana caerá como por arte de encantamiento, la grande y aromática Flor del Higuerón, tan bella, mágica y atrayente como la irresistible flor de loto que comieron los hombres de Ulises, para nunca jamás regresar a sus hogares y quedar presos de su misterioso e indescifrable hechizo según lo narra el legendario poeta griego Homero en La Odisea

El hombre de la sábana se abalanzará deseoso sobre la Flor del Higuerón, la cual deberá guardar en su seno, es decir, sobre el corazón para el resto de su vida. La flor permanecerá viva y con sus colores naturales como si aún se mantuviera prendida al pedúnculo floral.

-¡Oiga compadre! –Le recuerda entonces el hombre negro-. ¿No será que se le está olvidando algo? Allá debajo de aquel palo de mango está aquel moreno que dice que usted tiene que pelear con él, porque si no lo mata…
-¡Listo! Va pa´ esa… 

Dice nuestro hombre, animado ya por los mágicos efluvios que empiezan a irradiar en todo su cuerpo los pétalos nacarados de la Flor del Higuerón, que se ha prendido misteriosamente a la piel de su nuevo dueño, haciéndose ahora piel con la piel. Y efectivamente bajo de un imponente árbol de mango de corazón, se veía un boxeador de estatura descomunal, con piel oscura y hercúleos brazos de pugilista. Su aliento más que de hombre parecía de toro. ¡El combate prometía ser brutal! Nuestro hombre sin dejarse amedrentar por aquella misteriosa aparición del Averno, se abalanza hacia el boxeador, más decidido y temerario que consciente de sus actos. La ruda pelea comienza. Un puño cerrado y duro como la piedra se estrella contra la mandíbula del boxeador de ultratumba quien se cimbra en todo su ser y responde con un demoledor derechazo que el Hombre de la Sábana alcanza a esquivar con elásticos reflejos. Un nuevo puñetazo de este se estrella contra la carótida del pugilista y pese a la diferencia de estatura entre el hombre real y el hombre fantasmagórico, el golpe pleno hace tambalear a este último, quien ahora cae de espaldas trastabillando para perder para siempre el equilibrio de manera aparatosa. Aquella aparición del averno queda tendida en el suelo mientras nuestro Hombre de la Sábana se repone de aquella repentina liberación de adrenalina. Segundos después el pugilista del otro mundo se ha esfumado. El hombre negro se le aparece a nuestro Hombre de la Flor del Higuerón para verificarse el siguiente diálogo…

-¡Buena esa hombre, buena esa! ¡Sabes usar muy bien esos golpes de tus nudillos! De ahora en adelante no habrá hombre ni normal ni ayudado, que te pueda derrotar! ¡Te la ganaste en franca lid, úsala para el bien nunca para el mal!

Y así, el hombre recoge su blanca sábana del suelo, se le echa al hombro y se va contento con su flor….

-¿Cómo así Blas? ¿La Flor del Higuerón nunca se debe emplear para el mal?
-¡No, Nunca! El Diablo te la da, pero si la empleas para el mal la Flor del Higuerón un día te llevará. Pero si la empleas solamente para el bien, llegará el día en que ya no la tengas pegada a la piel y ya  te hayas liberado de ella para siempre. ¡Ese día ella volverá de nuevo al palo del Higuerón, hasta el año entrante cuando venga otra nueva Semana Santa y otro hombre arriesgado y animoso venga por ella!

-¡Qué bonita esa historia Blas a la vez que terrible! ¡Cuéntame esa otra que me contaste el año pasado de los Hombres de Oro que te salieron allá en el palo grande de laurel de la división del ganado, allá atrás!

¡Ah sí! Eso fue cuando yo era muchacho que todavía no me había casado con Rosa. Yo tenía como veintidós años, más o menos. Don Nabo aún no había comprado la finca pequeña de Calderón.  La Florida llegaba entonces hasta la segunda división del ganado, la del palo grande de laurel tumbado que hay allá, ese que está caído a medio lado por un rayo que le cayó pero que no alcanzó a tumbarlo del todo. Yo una noche venía en el caballo viejo, el Parranda y venía de ese lado. El Parranda tenía sed así que me arrimé al bebedero largo de concreto con forma de T que tu papá mandó a colocar allí. Serían como las once y media de la media noche más o menos y precisamente era Semana Santa, pero todavía no llegaba el Viernes Santo. Oiga, yo llegué ahí al bebedero y el viejo Parranda estaba bebiendo, yo no desmonté. En esas estaba cuando yo vi del otro lado del palo grande de laurel un resplandor intenso como si fuera un bombillo de varias bujías que estuviera por ahí encendido. Calladito la boca me bajé del caballo y le dejé la rienda larga para que siguiera bebiendo agua en el abrevadero y para que comiera un poco de pasto de la pangola.  Me escondí tras del tronco de ese palo que como tú sabes es grueso y alto como un edificio y es bastante nervudo… ¡Ah sorpresa! Pude ver algo así como una caverna subterránea que se abría en la cara posterior del árbol, a la cual se accedía por unas largas escalinatas resplandecientes. Unas especies como de puertas hechas de la corteza aún viva de la gigantesca planta, se abrían y dejaban ver en su interior aquel recinto precioso todo enchapado en oro resplandeciente como si se tratara de  otro mundo u otra dimensión. ¡Salía mucha luz pero ignoro de dónde venía! Lo cierto es que allí dentro todo era de oro puro y macizo. Se veían unos seres, una especie como de rey. Este era un hombre alto de gran apostura de unos cuarenta años quizás, tocado en su cabeza con una alta corona de oro puro, que se remataba con gemas que jugaban con aquella luz mágica. Alcanzo a recordar que eran diamantes y rubíes. Este rey de las profundidades de la tierra estaba vestido con una larga e imponente túnica de seda dorada hasta los pies, bordada con hilos de oro que imitaba en sus diseños la filigrana más fina. En su mano derecha tenía una larga vara de oro rematada con un diamante esférico, a manera de cetro o bastón de mando. Lo acompañaba una señora vestida de similar manera que me imagino sería la reina, su esposa, porque cuando ella le hablaba le decía…

-¡Mi Rey y señor, la reina su esposa e indigna servidora!..

Aquel rey y su señora la reina salieron de ese maravilloso recinto. Yo estaba alelado con todo aquello pero no me podía dejar ver de ellos, por nada…

-¿Por qué Blas?

¡Porque en ese mundo todo es hermoso, todo es atrayente y todo es hechizador también! ¡Ese es el mundo del Encantamiento del Oro! Cuando yo era pelao por allá en Planeta Rica ya me habían hablado de él. Si esos reyes y sus esplendidos servidores –que los tienen y en gran número-, se te llegan a aparecer, te ofrecen oro y piedras preciosas y tú no te puedes negar. Ellos tienen ojos grandes, negros y pestañudos que lo embrujan a uno… ¡Uno de mil amores se va con ellos! Y te alojan en esplendidos palacios bajo de la tierra y te ofrecen la comida más deliciosa que tú jamás hayas probado en toda tu existencia…. ¡Pero tú nada de eso deberás comer, ni dormir en esas camas ni aceptar nada de aquellos maravillosos placeres y lujos!  Porque si lo haces te empiezas a olvidar de los tuyos, de tus seres queridos. Pero aun cuando así fuera, hay algo que te salva y que a ellos les da mucha rabia…

-¿Qué cosa?

Que en el mundo de arriba, de la superficie, los tuyos te extrañen, te recuerden, te lloren y te hagan velorio… ¡Ellos eso no lo soportan, no lo consienten! Les da una especie como de soberbia cuando alguien acá arriba te llora. Y te cogen a patadas y te echan de su mágico mundo de oro. Tú pierdes entonces el conocimiento ante toda esa andanada de golpes que entre reyes y servidores reales te dan… ¡Luego despiertas a la orilla de la ciénaga o del palo grande de laurel donde todo comenzó! ¿Si me entiendes ahora?  

-¡Cristo bendito! ¿Y todo eso es verdad, Blas?

Sí señor… A mí esa vez casi me llevan porque el Parranda se alejó mucho y se puso a resoplar porque habían unos mosquitos que lo estaban molestando. Los reyes esos que estaban todavía por fuera de aquel recinto escalonado de oro, voltearon entonces a mirar. Pero vieron al caballo viejo ese solo y a mí no me pudieron pillar. Aunque llamaron a grandes gritos a unos pajecitos de la reina para que salieran a mirar, alumbrándose con unas fantásticos farolitos de oro puro y vidrios de diamante, a ver si era que por ahí andaba alguien. Yo me metí entre una de las grietas que formaban las raíces de aquel viejo palo y como yo estaba vestido de negro y con camisa marrón, me bajé el ala del sombrero vueltiao y pasaron de largo y no me vieron…

-¿Cómo eran esos pajecitos?

Eran unos muchachitos muy graciosos, como de unos quince o dieciséis años, pero sé que los hombres y mujeres del Mundo del Encantamiento del Oro viven miles de años. Nosotros para ellos somos unos pobres seres que apenas si logramos vivir máximo setenta u ochenta años. Aquellos singulares pajecitos se vestían con pantalones bombachos de seda dorada a media pierna y usaban en el cabello adornitos de oro con forma de mariposas. Las camisas eran de mangas largas bombachas recamadas de oro resplandeciente. Y en los codos y rodillas llevaban tintineantes cascabeles de oro y plata. Su piececitos eran calzados por zapatos de grana negra, adornados con una amplia hebilla de plata y un cascabelito de oro puro en el talón. ¡Gracias a esos cascabeles pude saber cuándo venían y cuándo se fueron finalmente!

-¿No te llamó  la atención irte con ellos, Blas?

¡Nombe! Yo los quería mucho a ustedes que eran como mi familia… ¡Yo que me iba a ir con esa gente para nunca más volver a salir de esas profundidades, por más oro que tuvieran o que me dieran! 

-¿Y cada cuanto aparecen esos seres del Mundo del Encantamiento del Oro?

Esos salen cada Semana Santa, donde hay palos grandes y viejos o a las orillas de caños o de ciénagas… Esa vez tocó a ese palo. Otra vez será a otro y así…

La pureza e ingenuidad de estos relatos nos sobrecoge el alma y el corazón. ¡Esa es nuestra tierra, nuestros campesinos, nuestros hombres y mujeres de esta tierra, que fabulan sus mundos interiores viendo en el interior de la tierra lo que renace y pulula en el interior de ellos mismos!

Que Dios nos bendiga y proteja a todos y a cada uno de nosotros en estas maravillosas fiestas de la Semana santa o Semana Mayor. ¡Quise en la columna del día de hoy rendir un cálido tributo a unos viejos y enmohecidos recuerdos de mi niñez, que fueran pintados en su momento con colores y matices tan espectaculares que me parecieron dignos de ser compartidos con todos mis conciudadanos cereteanos! Estos recuerdos y crónicas no pertenecen a Blas Mercado ni a mí ni a nadie en particular… ¡Pertenecen a todo un pueblo, toda una raza, toda una colectividad que fortalece los lazos invisibles de su identidad y de su mismidad a través de los mitos y leyendas frutos de nuestra tradición oral, que perpetúan nuestra mentalidad de padres a hijos y nos hacen ser más nosotros mismos! ¿Absurdos? ¡No! ¡Nuestros simplemente! Tan verdaderos  en su ingenua verdad enunciada como prístinos y cálidos en sus manifestaciones. Tanto más verdaderos cuanto más nuestros, cuanto más propios y telúricos.

Apreciados lectores que Dios los fortalezca y haga felices en esta cálida Semana Santa, esperemos que el año entrante por estas mismas calendas podamos estar refiriendo otros episodios de la mágica Flor del Higuerón, de las higas de los mangos, de la mata de Escobilla o del Mundo del Encantamiento del Oro, para deleite de nuestros lectores.  ¡Dios nos proteja a todos!

nacoayala@hotmail.com
 
JERÓNIMO BERROCAL (derecha, con sombrero)
FOTOGRAFÍA CON SUS PRIMOS PEQUEÑOS HACIA 1966, APROX.
EN UNA FIESTA PATRONAL DE CERETÉ
BLACHO MERCA
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Homenaje de gratitud y cariño a
Blas Arcadio Mercado Suárez,
Mago insomne de los relatos maravillosos en mi niñez…

Señor de las historias de lejanas resonancias
Amigo de la infancia y fiel mentor de juventud…
Con mágicos pinceles de dorada excelsitud
Trazabas vivos cuadros con tu verbo de distancias.

Y entonces te hacías otro, la emoción con vivas ansias
Llevaba tu relato hacia la magia en plenitud…
El oro refulgía, ponderabas su virtud
En ese mundo etéreo de lumínicas estancias.

¡Dorados esos tiempos, apreciado Blas Mercado!
Cuando tu mente fácil me llevaba hacia otro lado
Por un sendero pleno de luciente ensoñación…

Los años se marcharon más jamás fuiste olvidado
El tinte iridiscente de esos lienzos del pasado
¡Hoy brilla más que nunca en un fraterno corazón!

Madrid (Cundinamarca)
Agosto 27 de 2014

sábado, 28 de febrero de 2015

¡EMPLEEMOS CORRECTAMENTE LA LENGUA CASTELLANA! - CERETÉ COMUNITARIO

ASPECTO DE LA CEREMONIA DE INAUGURACIÓN DE UN EVENTO DEPORTIVO EN CERETÉ (CÓRDOBA) 2014. DEPORTISTAS CERETEANOS PORTANDO LAS BANDERAS DE CÓRDOBA, COLOMBIA Y CERETÉ, RESPECTIVAMENTE (DE IZQUIERDA A DERECHA)
¡EMPLEEMOS CORRECTAMENTE LA LENGUA CASTELLANA!
CERETÉ COMUNITARIO
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

El italiano es para hablar con las mujeres
El francés, para hablar con los hombres.
Pero el español es para hablar con Dios.

(Antiguo proverbio español)

1. En la ciudad de Medellín (Colombia) el día 24 de marzo del año 2007, en acto presidido por sus majestades reales de España el rey don Juan Carlos de Borbón y la reina doña Sofía de Grecia; junto con el entonces presidente de la República de Colombia, Dr. Álvaro Uribe Vélez, fue aprobada por unanimidad y lanzada la Nueva Gramática de la Lengua Española, luego que cada uno de los veintidós representantes de igual número de academias de la lengua española en el mundo emitieran su concepto favorable a nombre de sus respectivas corporaciones.  Culminaba así un viejo anhelo de la Real Academia de la Lengua Española en el sentido de expedir una gramática que sirviera de guía y de norte a todos los hispanoparlantes del mundo.

2. He venido notando con creciente preocupación cómo el uso correcto y el culto de la lengua española se ha venido relajando en nuestro municipio, aun a nivel del alto gobierno local en medio de la apatía y el desinterés generalizado. Cereté ha sido desde tiempos inmemoriales tierra de escritores, de poetas, de gramáticos, de inspirados compositores, de historiadores y de jurisconsultos. Pertenecen a nuestro ramillete de cultores locales de la lengua los pedagogos: José de la Cruz Puche (a quien se denominaba en su época el Cerebro del Sinú), don Francisco de Paula Gómez (director durante toda su vida del Colegio San Luis Gonzaga), don Guillermo Viola (quien adelantó una apreciable labor docente de varios lustros al frente de la antigua Escuela de Varones del Centro), el profesor Ciro Solano Portacio (quien formó generaciones de cereteanos al frente de su Colegio Lucas Pacioli, el cual funcionó durante 40 años). El profesor Alfredo Vergara (lingüista de Tolú, Sucre, quien educó varias generaciones de cultores de la lengua en Cereté), entre otros muchos. Esta lista no pretende ser cerrada.

En el capítulo de las educadoras cereteanas merecen especialísima mención las siguientes: doña Dolores Garrido de González (la proverbial Niña Lola, quien adelantó una eximia obra pedagógica en Cereté), Mercedes Vásquez de Martínez (indudablemente la mejor poetisa y declamadora de Cereté), Elisabeth Pico, Hortensia Alarcón Gaviria (connotada educadora en el sector rural de Cereté, vereda de Rusia), la proverbial Seño Jeca (educadora de varias generaciones de cereteanos), doña Berta Bautista de García (fundadora del célebre colegio de primaria Mi Pequeño Mundo), entre tantas otras.

RAÚL GÓMEZ JATTIN, EL MÁS RECONOCIDO DE LOS POETAS CERETEANOS
Fuente: FIORILLO, Heriberto: Arde Raúl: la terrible y asombrosa historia del poeta Raúl Gómez Jattin. Eds. Heriberto Fiorillo, Bogotá (Colombia), 2003. Pág. 165
Los escritores entre quienes descuella Leopoldo Berdella de la Espriella a quien se le ha dedicado con toda justicia el nombre de una calle en Cereté. Él es el autor entre muchos otros, del cuento infantil Juan Sábalo que recrea a nivel literario aspectos fundamentales de la mitología cosmogónica zenú. El rey indiscutible de nuestros poetas locales es Raúl Gómez Jattin, el máximo exponente del simbolismo literario en Colombia. Raúl Gómez viene precedido por otros poetas menos conocidos como don Cristo Saibis (Poeta vanguardista autor de hermosos e inspirados sonetos. Su obra permanece inédita) y aquel poeta callejero que evocaba a Sócrates en su quehacer epistémico, Tomás Zambrano, cuya obra completa aún no ha sido compilada y que es deber ineludible de los cereteanos compilar como parte palpitante de nuestra identidad cultural intangible.  Uno de los más notables compositores locales es sin lugar a dudas Silvio Durango, el  inmortal compositor de La Polaca, canción vallenata que fuera grabada con rotundo éxito por los Hermanos Zuleta en el año de 1974 para orgullo de propios y extraños, obra esta que fuera incluida en el álbum Río Seco

Todo lo bello que su cuerpo encierra
Ningún poeta quizás lo haya cantado…
¡Eres Policarpa flor de primavera!
Oye por tu amor yo vivo entusiasmado.

Silvio Durango viene precedido igualmente por el popular Cabo Herrán (Luis Felipe Herrán), el célebre compositor de El Guayabo de la Ye, El Carro de Pepe Baró, Golero Emparamao y el porro Roque Guzmán, entre muchos otros éxitos populares...

Con un guayabo llegué a la Ye,
Emparrandado a Sahagún entré…
Y las muchachas cómo lloraban
Cuando me fui para Cereté.

El Cabo Herrán fue además el compositor de un Himno a Cereté que no fuera ungido oficialmente como tal, el cual tuve personalmente el privilegio de escuchar alguna vez cantado por él mismo en su casa con acompañamiento de guitarra, rodeado  por sus hijos y nietos. La primera de las cuartetas de aquella sensitiva obra patriótica local decía lo siguiente…

¡Cereté, Cereté, Cereté!
La Tierra del cacique Te…
Cereté, Cereté… ¡Eres tú!
La tierra del cacique panzenú.

De otra parte, en Cereté vivió buena parte de su vida el trompetista, compositor y director de banda, Germán Lambraño, indiscutible creador de la conocida pieza popular titulada El Sapo… 

¡Sapo, ese hijo es tuyo!
¡Sapo ese hijo es tuyo!
En la cara se parece a ti,
En la cara se parece a ti…
¡En los ojos, en la boca!
¡En los ojos, en la boca!
(…)
El maestro Lambraño era oriundo de Ovejas (Sucre), pero era cereteano por adopción como quiera que esta fuera la ciudad que él eligiera para fundar su familia desde muy joven. Alguna vez en el año de 1987, yo que entonces era un mucharejo de escasos 18 años, tuve la oportunidad de visitarlo en su casa del barrio Montecristo para pedirle el favor de musicalizar las estrofas del Himno a la Escuela Rural Mixta del Caño del Padre que yo entonces había escrito. Misión que él cumplió a cabalidad a cambio de una modesta suma pecuniaria de cinco mil pesos.  Aquel himno se abría con el siguiente coro…

Por ti Caño del Padre, mi tierra
Lo mejor de mi vida daré.
Defender tu orgullosa bandera
Es mi ley de suprema altivez.

Soy un niño que quiere ser hombre
Para dar a Colombia con fe.
Su grandeza, progreso y buen nombre
Con la ciencia y trabajo en mi ser.

El músico y compositor guajiro Carlos Huertas, más conocido en toda Colombia como el Cantor de Fonseca, dedicó a mi padre y a otros ganaderos cereteanos una hermosa canción titulada Tierras del Sinú, en la que rinde un sentido homenaje de gratitud a nuestra bella tierra cereteana, canción esta que también fuera grabada por los Hermanos Zuleta hacia 1983. Unos fragmentos dicen lo siguiente…

Compadre Poncho dígame cuando se va
Para esas tierras ribereñas del Sinú…
Para mandarles recuerdos y gratitud
A unos amigos que yo tengo por allá.
(…)
A Nando Otero le voy a mandar una carta
Pero parece que le voy a causar molestia.
Porque usted sabe como yo, Poncho Zuleta
Que ese palomo no se consigue en su casa.

Pero me lo saluda sin embargo
Y eso lo hace uno cuando aprecia.
Y dígale que el Cantor de Fonseca
Por todo Cereté lo fue buscando.
Hombe y se me antoja que me lo negaron
¡Si me equivoco usted me le dispensa!

Sería injusto no mencionar entre los compositores cereteanos al maestro Noel Petro, quien tuvo resonantes éxitos a nivel nacional entre los años setentas y ochentas.  Hacia 1952 el poeta, periodista y escritor cereteano Rafael Grandett Valverde, escribió las estrofas del Himno de Córdoba, que fuera oficializado posteriormente en 1977 por la Asamblea Departamental de Córdoba, junto al arreglo musical debido al genio del maestro chocoano Miguel Ángel Dechamps Perea. El coro del Himno de Córdoba sostiene lo siguiente:

Bandera Cordobesa, despliégate triunfal
Las huestes de tu suelo te aclaman sin cesar.
Y la mujer sinuana, radiante y señorial
Te ciñe rico escudo labrado en libertad.

Siguiendo la senda del maestro Rafael Grandett Valverde, quien esto escribe, Nabonazar Cogollo Ayala, escribiría igualmente las estrofas del Himno del Cesar en el año de 1997, que junto al arreglo musical debido al genio del maestro Manuel Antonio Avendaño Castañeda (q.e.p.d.), fuera escogido por criterio unánime de los cuatro jurados, entre 17 obras a nivel nacional, como himno ganador del Concurso Cesar 30 años, en noviembre del citado año 1997. Dicha obra fue oficializada por la Asamblea Departamental del Cesar mediante ordenanza del 21 de 1997. El coro del Himno del Cesar dice lo siguiente:

La historia nos grita… ¡Marchad adelante!
¡Marchad que Colombia ya canta en su voz
El lírico canto de nuestros juglares
Con fiel guacharaca, caja y acordeón!

En esta misma senda es igualmente justo mencionar al profesor Obed Berdella de la Espriella, hermano del escritor Leopoldo Berdella de la Espriella. El profesor Obed es el autor  del Himno a Cereté, cuyas primeras cuartetas rezan lo siguiente:

Ciudad blanca de paz y progreso
De pujanza y de gentes de bien
Sinú y Bugre recorren tu suelo
En silente y eterno vaivén.

Donde cantan felices mochuelos
Azulejos y toches de amor.
Donde el verde del campo es eterno
Y en tu cielo se asoma el Creador.

En el ámbito musical descuellan además los profesores Jorge Fuertes y Miguel Ángel Alean, entre otros tantos que la memoria deja escapar.

OBRA PICTÓRICA DEBIDA AL PINCEL DEL PINTOR CERETEANO MAESTRO WALDINO PATERNINA AMÍN, EN LA QUE SE EXALTA A GRANDES VALORES CULTURALES Y DEPORTIVOS DE NUESTRA TIERRA COMO SON: LUIS FELIPE "EL CABO" HERRÁN, EL MAESTRO SINFÓNICO Y COMPOSITOR, FRANCISCO "PACHO" ZUMAQUÉ Y EL PUGILISTA CÉSAR CANCHILA.
 3. Si tenemos una apreciable y respetable tradición artística, literaria, gramatical, pedagógica y docente en nuestro bello municipio, lo que nos posiciona como la segunda ciudad en importancia en el Departamento de Córdoba y próximamente una de las ciudades intermedias con mayor oferta cultural en el marco de la Región Caribe, ¿por qué razón estamos dejando decaer el estudio y el culto por la lengua castellana, que en Cereté han sido proverbiales desde siempre? He seguido con algún nivel de detalle las intervenciones más recientes de algunos personajes de la vida pública cereteana en el foro virtual Cereté Noticias Hoy Semanario Virtual y me he hallado las siguientes perlas idiomáticas, dignas de tener en cuenta por parte de nuestros escolares cereteanos como errores ortográficos típicos que debemos evitar en el futuro a toda costa…


Error ortográfico o filológico
Forma idiomática correcta del mismo/ Criterio(s) gramatical(es) de corrección
1.
ATRAZADÓN…
Un poco atrasado o retardado en noticias. La forma ATRAZADÓN es neológica y no existe en castellano.
2.
…le agradesco su interés…
…le agradezco su interés…
(Forma sufijal de las palabras cuya desinencia es: -ezco/ ). Ejs. Aborrezco, carezco.
3.
SE HAN PRESENTADO CUATRO INSIDENTES
SE HAN PRESENTADO CUATRO INCIDENTES…
(Estructura morfológica del sustantivo abstracto Incidente, de origen latino).
4.
UN GRUPO DE PANDILLERO
UN GRUPO DE PANDILLEROS… (Error de concordancia gramatical de número).
5.
EL MIERCOLES SANTOS
EL MIÉRCOLES SANTO (Las mayúsculas se tildan, por disposición de la RAE, Real Academia de la Lengua Española, 2007). Error de concordancia gramatical de número.
6.
(A LA GENTE) NO SE LES ATIENDEN
(A LA GENTE) NO SE LE ATIENDE… (Error de concordancia gramatical de número). Se habla del sujeto GENTE, el cual aunque colectivo tiene forma singular y exige tal tratamiento flexivo morfológico.
7.
LAS CONSCLUSIONES…
LAS CONCLUSIONES…
(Estructura morfológica del sustantivo abstracto Conclusiones, de origen latino, en su forma plural)
8.
AJA Y CUANDO HACES EL ANALISIS DE ESTE…
AJÁ Y CUANDO HACES EL ANÁLISIS DE ESTE…
(Las mayúsculas se tildan, por disposición de la RAE, 2007).
9.
DANOS ESE PLACER…
DÁNOS ESE PLACER…
(Las mayúsculas se tildan, por disposición de la RAE, 2008. Forma imperativa del verbo dar en primera persona singular, modo indicativo).
10.
ACERCATE Y MIRA…
ACÉRCATE Y MIRA
(Las mayúsculas se tildan, por disposición de la RAE, 2007. Forma imperativa del verbo pronominal Acercar (se) en primera persona singular, modo imperativo).

Los anteriores gazapos ortográficos, filológicos o sintácticos han sido tomados de respuestas del alto gobierno local, o bien de personas que han tomado participación en los diálogos del precitado foro, los dos últimos días (23, 24 de abril, 2011). No son únicamente diez gazapos, solo he tomado los primeros diez que me pareció que herían más la vista del lector. Quizás haya quien piense de la siguiente forma:

-1. Lo importante no es tanto cómo quede escrito el mensaje o la respuesta en dicho foro virtual, lo importante es que se diga y ya.
-2. No vale tanto la palabra escrita, vale la idea que se expresa a través de ella.

Respetables ambos puntos de vista pero garrafalmente errados. El mensaje –que es el eje nuclear del proceso comunicativo, lo mismo que su punto de partida-, se expresa a través de la sustancia morfológica constituida por las palabras y por el orden sintáctico de las mismas. El continuum semántico del cual habla el semiólogo italiano Umberto Eco (sic) en su obra Decir Casi lo Mismo: Experiencias de Traducción. Ed. Lumen, Barcelona (España), 2008, viene:

-1. Precisado.
-2. Matizado.
-3. Semánticamente delimitado.

Por elementos lingüísticos, extralingüísticos y/o paralingüísticos que contribuyen a determinar la sustancia semántica, la cual se haya indisolublemente unida a la sustancia morfológica. Veamos un ejemplo concreto de lo anterior. Una cosa es que escribamos lo siguiente:

-        PAPA, A QUE HORAS SE PUSO TAN CARA…

Y otra muy diferente que escribamos:

-        ¡PAPÁ!... ¿A QUÉ HORAS SE PUSO TAN CARA?

La sustancia semántica del primer sintagma (PAPA) varió significativamente: de denotar el conocido tubérculo americano, pasó a significar en tono exclamativo, forma familiar de denominar a nuestro progenitor. ¿Qué determinó el cambio semántico entre ambas estructuras? Un par de aspectos insoslayables, a saber: (1) Una  tilde. (2) La puntuación extralingüística (Exclamaciones y signos de interrogación). Estas razones y otras más fueron las que motivaron a la Real Academia de la Lengua Española a rechazar la denominada revolución ortográfica que en 2005 liderara nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez con aquel singular ensayo titulado: La Polémica de la Ortografía, uno de cuyos apartes sostiene lo siguiente:

La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en los Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga cincuenta y cuatro significados, mientras en la República del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente (sic), que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aun no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero, dijo: "Parece un faro''. Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo (sic). Que Don Sebastián de Covarrubias, en su Diccionario Memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es el color de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso?   GARCÍA MARQUEZ, Gabriel. La Polémica de la ortografía. 2005.

Bellas razones de índole literaria. Pero insuficientes a la luz estricta de la gramática diacrónica y de la lingüística científica. Nosotros como hispanoparlantes no podemos pretender extremar nuestros derechos idiolectales hasta el punto de desconocer las reglas propias de la bella lengua cervantina, a la cual queramos o pretendamos imponer nuestro propio y personal capricho.  Ello la desdibujaría y la llevaría a no ser patrimonio inmaterial de un amplio y creciente NOSOTROS (veintidós países en el mundo que la hablan); para pasar a serlo mayoritariamente de un YO, lo cual es ciertamente absurdo.

Apreciados amigos lectores de esta columna: por rápido que nos queramos expresar, por mucho que tengamos que decir, por juvenil que sea nuestra expresión o nuestra habla o por importante que sea nuestro mensaje… ¡Jamás dejemos de expresarnos correctamente en la más bella lengua que jamás haya existido, la castellana! Yo soy cereteano y en mi amable, risueña, culta y bella tierra aprendí el amor a las letras españolas y a la gramática de don Andrés Bello, de don Elio Antonio de Nebrija y más recientemente, a la Nueva Gramática de la Lengua Española. Dicho amor y culto a la lengua lo he enseñado –y lo enseño- en otras latitudes-, como profesor de español y literatura. Cuando alguien me pregunta…

-Profesor… ¿Dónde aprendió usted tanto sobre la lengua española?

Saco pecho y digo…

-En una graciosa ciudad cordobesa llamada Cereté, mi amada tierra de origen. Mi primer maestro fue mi padre, Homobono Cogollo Guzmán quien ama tanto los caballos y los gallos de riña, como la gramática y el diccionario o lexicón. Le siguieron mi profesor de castellano en el colegio, el ilustre maestro Alfredo Vergara y el Rvdo. Padre Gumersindo Domínguez Alonso, de quien aprendí bases de latín eclesiástico que me sirvieron para la vida. Posteriormente la Universidad Nacional de Colombia pulió y sacó brillo a lo que ya latía en mí como una pasión, el amor a la lengua de Castilla… ¡Hijos, aprendan a amar el castellano como a mí me enseñaron a amarlo desde muy niño en mi Cereté del alma! Ello me hará sentir útil en sus vidas y heredero y transmisor de una legendaria herencia lingüística que viene desde la lejana Iberia, hasta las primeras décadas del siglo XXI.
 
ASPECTO DEL CENTRO CULTURAL RAÚL GÓMEZ JATTIN, CERETÉ - CÓRDOBA. LO QUE FUERA EL ANTIGUO MERCADO DE CERETÉ, FUE RESCATADO Y HABILITADO COMO SEDE CULTURAL, DURANTE EL GOBIERNO DEL ALCALDE DON ALFONSO SPATH SPATH.
Apreciados lectores, estamos en el mes del idioma castellano. Defendámoslo, escribámoslo y pronunciémoslo bien, porque la sustancia morfológica y significativa de sus grafemas y sintagmas, se halla en estrecha simbiosis con la luz eterna que vibra en el cosmos, en el éter y en el universo entero. ¡Los cereteanos siempre hemos amado y defendido la lengua de Castilla, no permitamos que ello decaiga!

nacoayala@hotmail.com

 (Esta columna fue publicada originalmente en 2011 en una revista virtual cereteana, actualmente inexistente)





sábado, 21 de febrero de 2015

ALLÁ EN LA CASA VIEJA… Por: Nabonazar Cogollo Ayala

IVÁN MARTÍNEZ (Oriundo de la vereda La Coroza), en la FINCA LA FLORIDA, hacia 1984, aprox.
Fotografía inédita

ALLÁ EN LA CASA VIEJA…
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Allá en la casa vieja, la finca de mis padres
Allá en el suelo hermoso del limpio Cereté…
Había un bosque de robles que doblegaba el aire
Del viento en las alturas diciendo un no sé qué.

Caimitos escarlatas de púrpura ambrosía
Se alzaban elegantes al pie del robledal…
Sus hojas esmeralda, besaba el sol del día
Con el tierno destello de un hilo de cristal.

Detrás de aquellos robles de mágica presencia
Se alzaba el bosquecillo de guamas de dulzor…
¡Qué deliciosas eran! Me daban esa esencia
De dulce terciopelo de su níveo sabor.

A un lado de los robles se alzaban las palmeras
De cocos de Malasia, refresco natural…
Mucílago de almíbar, su elixir no da esperas
¡Magnífica ambrosía de un dulce manantial!

Y aquel árbol extraño, más bien era un arbusto
Que daba pocas veces sus frutos de color…
Era un corombolero, yo no le hallaba gusto
A su fruto estrellado de ríspido sabor.

Y más atrás del sitio de la huerta se alzaba
Casi contra la cerca de la verde heredad…
El bosque de los mangos y algunos de guayaba
¡Los mangos eran grandes, eran de calidad!

Había chirimoyas y verdes cirueleros
Que deshojaba el tiempo con su dura estación.
Eran muy quebradizos y se venían al suelo
Si varios se subían en su frágil horcón.

Allá en la casa vieja, la finca de mis padres
Había un paraíso de verde vegetal…
¡No sé si aún exista! No obstante siento el aire
De su aromada brisa cantando un  madrigal.   

Madrid (Cundinamarca)
Febrero 20 de 2015

domingo, 1 de febrero de 2015

TRAVESURAS JUVENILES (Crónica cereteana)

REVERENDO PADRE GUMERSINDO DOMÍNGUEZ ALONZO
EN CEREMONIA DE GRADUACIÓN DE BACHILLERES 1986

TRAVESURAS JUVENILES
Por:
Nabonazar Cogollo Ayala

Los jóvenes en toda época y en todo lugar siempre han sido y serán traviesos. El nivel, alcance y osadía de las travesuras de  los muchachos ha ido cambiando con el paso de los años, quizás en proporción directa al respeto y consideración que se tuviera en cada momento histórico a la generación precedente, es decir, a la gente vieja. Un amigo entrañable, antiguo compañero de estudios en el Colegio Diocesano Pablo VI de Cereté, me refirió alguna vez en la ciudad de Valledupar (Cesar) entre risas y algazara, los hechos que a continuación me dispongo a recrear para ilustrar cómo era el Cereté de hace poco más de veinticinco años y qué tanto respetábamos por entonces a nuestros mayores.

Corría el año 1984. Carlos Julio Daza Boom refiere que él entonces cursaba cuarto año de bachillerato (lo que actualmente es noveno) en el precitado Colegio Pablo Sexto. El rector era el Rvdo. Padre Gumersindo Domínguez Alonzo quien también hacía las veces de titular de la Parroquia de San Antonio de Padua. El Padre José Correa debido a su avanzada edad ejercía el cargo de adjunto en la Parroquia. Dicho sea de paso el Padre Gumersindo era un misionero de nacionalidad española, oriundo de la Provincia de Galicia, más exactamente del puerto camaronero de Vigo en la costa española sobre el Atlántico. Llamaba la atención entre los cereteanos por su marcado castellano ibérico y su naturaleza estricta e inflexible, lo cual él sabía equilibrar muy bien en su temperamento con una bondad cristiana a toda prueba.

Era un día entre semana. Los alumnos del Pablo Sexto salieron inusualmente temprano de la jornada escolar, hacia las diez de la mañana, quizás porque se avecinaba una festividad religiosa y se precisaba del concurso de la comunidad estudiantil para organizar alguna de las procesiones tradicionales de Cereté. Lo cierto es que Carlos Julio, ni corto ni perezoso, en compañía de Marcel Cogollo Herazo, “Ticoté” (José Francisco Saibis) y Daniel Cortés, se encaminaron hacia el Colegio de Nuestra Señora del Carmen de las RRHH Terciarias Capuchinas. ¿Cuál era la finalidad de aquellos pillastres? Encaramarse en los amplios ventanales del edificio que dan hacia la Calle de las Flores para espiar a través de los barrotes a sus eternas enamoradas, que aún no terminaban su jornada escolar. La situación se tornaba en extremo incómoda para los pobres profesores que debían sufrir semejante intromisión en sus clases, porque los espías silbaban a las chicas,  les arrojaban papelitos de amor y les gritaban toda suerte de cosas, sin que aquellos pudieran evitarlo.

Entretenidos como estaban, haciendo de las suyas, los cuatro mucharejos no se percataron que justo detrás de ellos se acababa de cuadrar muy silenciosamente el Jeep cuatro cilindros del Padre Gumersindo. Lo único que los sacó abruptamente de las mieles y delicias del amor fue el fuerte pitazo con que el religioso llamó su atención. Fuera de sí el Padre Gumersindo los increpó de esta manera…

-        ¡Vosotros qué hacéis allí, hombre! ¿Acaso no veis que estáis incomodando las clases de esos profesores? ¿Por qué sois así de irrespetuosos, ahh? ¡Os bajáis de allí ya mismo!

Pálidos del susto los cuatro jovenzuelos pusieron, uno a uno, los pies en tierra ante la mirada severa y militar del Padre Gumersindo, que evidenciaba así el haber sido alguna vez en su juventud, soldado del ejército del dictador español Francisco Franco Bahamonde, cuya impronta lo marcaría por el resto de su vida.

-        Y bien… ¿Qué tenéis que decirme? ¿Qué hacíais encaramados en esos ventanales como unos ladrones, ahh?

Un pesado silencio se apoderó del grupo, nadie respondió nada y la constante fueron cuatro cabezas gachas mirando hacia el suelo.

-        Merecéis un castigo muy severo. Primero os quiero formados… ¡Ya!

Los cuatro muchachos se organizaron rápidamente en fila india, de menor a mayor. Encabezaba la hilera Carlos Julio quien era el de menor edad y por ende de menor estatura.

-        Segundo, os iréis marchando así como estáis, hacia el colegio  por toda la Calle del Comercio. Allá os le presentáis al profesor Gamero, le contáis lo que habéis hecho y que él decida qué castigo deberéis cumplir. ¡Bien, andando!

Y no se fue el sacerdote hasta no ver al último muchacho de la hilera desaparecer marchando, al doblar la esquina de la consabida calle de Telecom. Acto seguido encendió su vehículo y se fue, seguro de haber sido obedecido. Y efectivamente así fue. Nuestros espías del amor siguieron marchando acompasadamente hasta llegar a la esquina de la intersección con la Calle del Comercio. Allí doblaron hacia la Calle Cartagenita, para lo cual debieron atravesar, siempre al paso de su ritmo marcial por el principal viaducto del centro de Cereté, lo que provocó curiosidad entre los presentes, risas y burlas. Pero ellos, haciendo caso omiso de toda la barahúnda de chanzas que se les vinieron encima, prosiguieron su marcha camino hacia el Pablo Sexto, siempre formados en fila india. Más de media hora después llegaron finalmente a la sede del Colegio, en la precitada Calle Cartagenita. El sol estaba alto en el firmamento y se aproximaban las doce del medio día. Se presentaron ante los docentes que encontraron ahí, pero no hallaron al prefecto de disciplina, el profesor Gamero, quien momentáneamente se hallaba ausente. Así las cosas, les dieron la orden que se dirigieran a un salón a esperarlo. El tiempo transcurrió, el hambre hacía de las suyas y el colegio empezaba a quedarse desierto. Una de la tarde, dos y nada que aparecía el prefecto de disciplina. Los espías del amor, para espantar el tedio y conjurar un poco el fantasma de miedo al castigo, se dispusieron a entretenerse improvisando música y baile. Ticoté, Marcel y Daniel tomaron pupitres a manera de tambores e improvisaron una amena versión del Mapalé. Carlos Julio mientras tanto, se puso a bailar y cantar animadamente en el centro del salón, haciendo gala de gracia y espíritu festivo. En esas estaban cuando los sorprendió el profesor Gamero.

-        ¡Ah, con que estas tenemos, no! Carlos Julio Daza… ¿Qué era lo que usted estaba haciendo ahoritica?
-        Bbbbailando y cantando El Mapalé, profesor Gamero.
-        Bueno muy bien, me parece estupendo. Yo me voy a sentar aquí y que sus compañeros toquen los tambores mientras usted baila y canta El Mapalé. Si no lo hacen, no se va ninguno de aquí. Ya me contaron lo que hicieron en el colegio de las Capuchinas y eso estuvo muy mal. ¡Que empiece la función!

Los improvisados tamboreros empezaron tímidamente su ejecución, pero Carlos Julio se negó sistemáticamente a hacer su parte.

-        ¡Ajá Daza!  ¿Y por qué es que no quiere bailar  y cantar?
-        No profesor Gamero, me da pena. Yo no hago esas cosas delante de usted.
-        Bueno, pues entonces ninguno se va de aquí. Yo me voy a almorzar, ya vengo.

Con actitud desesperada los otros tres compañeros intimaron a Carlos Julio para que bailara y cantara, porque ellos decían tener mucha hambre. Pero él se mantuvo firme en su resolución. Pasada la hora del almuerzo volvió el prefecto de disciplina, pero el alumno Daza nada que bailaba ni cantaba. En razón de lo cual los mantuvo en dicho salón hasta las tres de la tarde. Llegada esa hora, les dijo…

-        Muchachos, váyanse para sus casas, ya cumplieron su castigo. Pero eso sí, nunca más vuelvan a hacer lo de las ventanas en el colegio de las monjas.

Felices, como si los hubieran librado de una condena a la silla eléctrica, los cuatro rapazuelos atravesaron corriendo la cancha de baloncesto del colegio y se precipitaron hacia la puerta de salida. La lección les quedó grabada a sangre y fuego para siempre: ¡Nunca más interrumpirían clases en otras instituciones, por enamorados que estuvieran!

Llama poderosamente nuestra atención el respeto y los miramientos de los cuatro muchachos para con su rector y párroco, en esas ya lejanas épocas. No solamente reconocieron la falta cometida sino que cumplieron con creces los castigos recibidos en consecuencia. Duele reconocer que actualmente esas costumbres han venido en franco declive y decadencia, por cuenta de la fuerte penetración cultural norteamericanizante, que ha contribuido a formar muchachos respondones, anárquicos, altaneros y hasta agresivos. Afortunadamente aún hay en nuestra tierra honrosas excepciones a esta odiosa regla general.

Apreciados lectores de esta columna: ¡No relajemos jamás nuestros valores ancestrales en nombre de una falsa idea de modernismo, tecnologización o mundialización de la cultura!  Ser ciudadanos del siglo XXI no implica necesariamente hacer a un lado los valores sociales y del individuo con que nos formaron nuestros padres y maestros.

Sobrecoge el alma leer esta emotiva historia de la vida real, porque ella deja traslucir el profundo respeto y aprecio que Carlos Julio, Marcel, Ticoté y Daniel profesaban hacia el Rvdo. Padre Gumersindo, aquel sacerdote ibérico hijo de la lejana Galicia, que dejó profundas huellas y enseñanzas entre quienes tuvimos el enorme privilegio de conocerlo en nuestra amada ciudad.

Ad majorem Dei Gloriam!
(¡Para mayor gloria de Dios!)

nacoayala@hotmail.com

Fuente: DOMÍNGUEZ PÉREZ, Marlene. Biografía del Padre Gumersindo Domínguez Alonzo hijo ilustre y adoptivo de Córdoba. Ed. En PDF, Caracas (Venezuela), diciembre de 2010. Págs. 47 a 50